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Las fotografías y testimonio de los vecinos de la plaza de España de Palma y las calles adyacentes confirman una realidad incontestable: el absoluto abandono de la zona. El desdén de algunos peatones, residentes y visitantes, y comerciantes se une a la falta de agilidad y eficacia de los servicios de limpieza municipales. El resultado queda a la vista. Uno de los enclaves más emblemáticos de la ciudad ofrece un aspecto sucio y descuidado, una circunstancia que cabe considerar insólita entre cualquier otra ciudad o pueblo de España. Sólo el desinterés y la despreocupación de los responsables en Cort explica que se haya alcanzado este nivel de degradación.

Punto neurálgico de Palma.

La plaza de España es una de las grandes entradas a Palma. La Estación Intermodal y el nudo de la EMT la convierten en un punto de paso obligado diario para decenas de miles de personas. Esta acumulación de servicios debería ser suficiente para que Emaya estableciese turnos de refuerzo constante para garantizar la limpieza, pero resulta evidente que no es así o, en todo caso, la eficacia brilla por su ausencia. Tampoco parece que Cort se esmere en obligar a los comercios que limpien sus terrazas o se multe a los peatones que dejan los desperdicios en cada rincón, por no citar los grafitis que ‘decoran’ edificios públicos. En la plaza de España el gobierno municipal opta por mirar a otro lado.

Solución integral.

La plaza de España tiene pendiente desde hace décadas una reforma integral. Sustituir el inaceptable asfaltado de antaño por un pavimento de pizarra fue un error que es preciso corregir con urgencia. La apariencia actual es de un espacio desangelado en el que se acumulan bares y restaurantes sin ningún interés estético o de buen gusto. Una ciudad que es incapaz de hacer lucir sus calles y plazas más céntricas y comerciales dice mucho de sus gestores y también de una falta de orgullo de sus habitantes que es preciso recuperar.