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La presentación del proyecto de presupuestos de la Comunitat Autònoma ha sido, a la espera de las modificaciones que puedan surgir durante el trámite parlamentario, la materialización de las consecuencias de la crisis en las cuentas de la Administración autonómica. El propio responsable de la Conselleria d'Economia i Hisenda, Carles Manera, ha tenido que admitir que la práctica totalidad de las inversiones previstas "600 millones de euros" deberán financiarse con cargo al incremento de la deuda pública. La caída de los ingresos por impuestos, consecuencia directa de la recesión económica, ha obligado a una reducción global del 4'9 por ciento en los presupuestos del Govern. Todo un síntoma.

Manera, en un ejercicio poco habitual de valentía política, ha admitido sin tapujos que el próximo 2010 será un ejercicio difícil, extremadamente complicado por la economía balear. Los anunciados 'brotes verdes' de la ministra Salgado han quedado mustios y el PIB registrará un retroceso del 1'5 por ciento negativo, un dato especialmente grave por lo que significa de imposibilidad de recuperación inmediata a pesar de que economías como la alemana y la francesa empiezar a tener síntomas claros de estar dejando atrás el bache.

Con este escenario el equipo de Manera se ha visto obligado a optar por el posibilismo, postura comprensible pero que para ganar crédito debería llevar aparejada una crítica a la postura del Gobierno central que sigue marginando Balears en las inversiones estatales y, lo que todavía es más grave, recortando las aportaciones del Estado a la financiación de nuestra autonomía. Un modo de poner más palos en las ruedas para salir de la crisis.