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Decepcionante y preocupante, estos pueden ser los adjetivos que definen la entrevista mantenida en Madrid por el president del Govern, Francesc Antich, con la vicepresidenta segunda y ministra de Economía, Elena Salgado, sobre el futuro de la financiación autonómica y su repercusión en Balears. Sorprende que después de los reiterados anuncios de que con el nuevo acuerdo las Islas tenían, como mínimo, asegurado recuperar los veintiún puntos que le separan de la media estatal -compromiso asumido incluso por el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero- ahora, y cuando apenas falta una semana para cerrar un acuerdo definitivo, todo quede en agua de borrajas.

Antich no ha querido dar a conocer las cifras que baraja Madrid, pero a tenor de sus manifestaciones la oferta recibida de labios de la vicepresidenta Salgado dista mucho de las expectativas generadas. El discurso del president, que huye de la complicidad con la Administración socialista, puede estar condicionado por la presencia de los partidos nacionalistas en su coalición gubernamental, los cuales le obligan a mantener una posición reivindicativa. En todo caso, lo sustancial de todo este asunto es que Balears no puede dejar escapar la oportunidad que significa dejar atrás décadas de agravio en materia de financiación autonómica ni contentarse con apaños para salvar la cara, como el pago del tranvía.

En pocas ocasiones un president balear puede tener la certeza de que tiene el respaldo de toda la sociedad como en esta ocasión, por este motivo es exigible que no se dé ni un solo paso atrás en la negociación que, con seguridad, se tiene que producir con Madrid en los próximos días.