Johnny Ray es escritor, más concretamente escritor de poesía que le sale de la mente y el alma. Desde la última vez que hablamos con él, a hoy, ha transcurrido tal vez un año, un tiempo en el que ha vivido muchas experiencias, algunas no deseadas, pero que le han servido para verse por dentro cómo es, y a partir de ahí, cambiar. Y además de para eso, le ha servido para escribir un libro de versos que tiene que ver con su cambio, al que ha titulado El camino hacia el interior.
Hábleme de ese libro, le proponemos, sentados en un bar. ¿Por qué lo escribe?
–Es el final de una huida que dio comienzo en 2012, cuando perdí mis negocios y me arruiné por la crisis mundial que hubo. A raíz de eso, inicié un camino hacia el exterior, ya que no tuve la capacidad de afrontar todo aquel dolor, pues, como digo, había perdido cuanto tenía, quedándome tirado en la calle. Además, a lo largo de los años me he ido alejando de lo que me rodeaba, perdiendo la relación con mis seres queridos, entre ellos mis hijos. Incluso acabé en la cárcel. Fue, sin duda, una etapa de pérdida muy profunda y de gran confusión. Y a raíz, tanto de mi estancia en prisión, como de la ruptura con mi última pareja, que fueron golpes muy dolorosos, fue cuando inicié un periodo de comprensión de lo que me estaba sucediendo. O lo que es lo mismo, empecé a partir de ahí el camino inverso, hacia el interior, hacia el reencuentro conmigo, hacia mi propio bienestar, el cual jamás se puede asentar en ninguna huida de la realidad, sino afrontándola por muy dolorosa que pueda ser.
Creo que si anímicamente empieza a estar como antes de la crisis, económicamente está a mucha distancia de como estuvo.
–Efectivamente, pero tengo una experiencia acumulada, que aparte de haber sido dolorosa en muchos momentos, y de haberme llevado a caer al punto más bajo de mi vida, también ha servido para llegar al momento en el que me encuentro ahora, ya que del dolor extraes cosas positivas, valiosas y enriquecedoras. Y en ese sentido puedo decir que personalmente me encuentro mejor que antes de la crisis.
Cuéntenos su paso por la cárcel. ¿Aprendió algo de eso? Porque se dice que la cárcel enseña y rehabilita…
–Creo que la cárcel lo que hace es generar más problemas a la sociedad. Cuando un individuo entra en prisión es un problema para su familia y para la sociedad en general. Y una vez que sale de prisión este problema se ve multiplicado debido a la propia cárcel, pues devuelve a la sociedad el mismo problema, pero agravado. Por eso creo que el sistema carcelario actual es una inutilidad total, un sinsentido. Yo, de hecho, cerraría todas las cárceles y empezaría de cero, convirtiéndolas en una herramienta útil y beneficiosa para la sociedad…
Desde su experiencia, ¿cómo debería ser?
–Pues descartaría el sentido estrictamente punitivo que actualmente tiene, y enfocaría el trabajo allí dentro hacia la reinserción real, trabajo que en la actualidad es cero. Yo he tenido la capacidad de que para mí fuera positivo ese golpe, pero no por nada que hiciera el sistema penitenciario, sino porque yo he tenido esa capacidad. Capacidad que no tienen por qué tener otras personas, que salen peor de cómo entraron; salen con mayor rencor, con mayor convencimiento de que lo que deben de hacer es delinquir porque la sociedad les trata mal…
¿Y cómo lo hizo?
–Bueno… Yo lo pasé muy mal, ya que nunca me imaginé que podía verme en esa situación. Era algo que no entraba, ni remotamente, en mis pensamientos. Fue una situación muy dolorosa, sufrí mucho. Y todo ese dolor, para mí, significó caer muy abajo, pero a la vez me sirvió para iniciar el camino de la reflexión, del reencuentro, de ser consciente de que los últimos años de mi vida habían sido un error muy grande. Lo cual había hecho que me alejara de mis seres queridos y de otras muchas cosas.
¿Encontró trabajo a la salida de la cárcel?
–Sí. En ese sentido no tengo problemas… Pero lo que he visto allí dentro es un sin sentido completo y una nula vocación de trabajo para la reinserción del individuo y el bien de la sociedad.
Volviendo al libro que acaba de publicar, ¿se le puede considerar un libro de autoayuda, en sentido de que si usted lo ha conseguido, lo puedo conseguir yo?
–A decir verdad, no me gustan los libros de autoayuda, ya que no creo en las fórmulas conjuntas para la felicidad, sino que creo que cada uno tiene que buscar y encontrar la suya propia. Pero de algún modo es mi manual de reencuentro conmigo mismo, de la manera en cómo he sido capaz de acercarme a lo que podemos llamar felicidad, o algo parecido a ella. O al bienestar… Como lo quieras llamar.
Acláreme algo que se dice de usted, me refiero a que gracias a su forma de expresarse cuando escribe un poema, se convierte en un conquistador nato de mujeres, lo que le permite, incluso, vivir a su costa.
–No sabía eso –se echa a reír–. De verdad que no tenía ni idea… Pero en absoluto es así… Aunque imagino que esa historia viene del hecho de que a lo largo de estos años, en los que he andado tan extraviado, ha habido personas que me han ayudado. Ha habido amigas, aunque también amigos… O que en alguna ocasión haya habido alguien, una mujer, con la que haya tenido un romance y también me haya ayudado. Pero no por una pretensión mía de aprovecharme de nadie. Pero es que dicho como lo dices, parece que das a entender que buscaba mujeres para aprovecharme de ellas, lo cual, repito, no es cierto en absoluto. Sino que esas personas se han ofrecido para ayudarme en momentos puntuales, por lo cual les estoy muy agradecido.
Aparte de presentar este libro, ¿tiene algún proyecto literario en marcha?
–Sí, ya estoy trabajando en el siguiente libro, que sigue un poco la estela de este, en el sentido del autoconocimiento, construido a base de poemas de corte humanista, o existencialista, que plasman procesos y reflexiones interiores. Aunque en este hay más variedad en cuanto a temas a tratar que en el anterior.
De vuelta otra vez a El camino hacia el interior, pese a que no sea partidario de los libros de autoayuda, está muy cerca de ellos…
–Bueno, en cierto modo, pues sí, puede serlo. Pero si te fijas, el último poema del libro se titula ‘Duda’ y no está situado en ese lugar por casualidad, sino que es un modo de decir que todo lo que acabas de leer has de ponerlo en duda. Porque yo no pretendo decir lo que tienes que hacer para ser feliz, sino lo que he hecho yo para ser feliz, lo cual puede valerte a ti, pero a otro tal vez no. Entonces, si puede servir a alguien como pequeña guía para mejorar su vida, pues muy bien. Sería algo muy gratificante. Y si no es así, pues es solo mi experiencia.
Además del reencuentro con usted mismo, ¿ha habido reconciliación con amigos, familia…?
–Como te decía, he recuperado la relación con mis hijos, para mí lo más importante de todo. De hecho regreso a Madrid, a vivir allí, para estar cerca de ellos, ya que me echan en falta como me sucede a mí. Hemos perdido mucho tiempo que ahora pretendemos recuperar y compartir muchas cosas juntos. Son dos chicos, de 31 y 26 años.
¿Y de qué va a vivir en Madrid?
–Pues de lo mismo que aquí. Seguir escribiendo y crear y sobre todo cuidar de mis afectos.
¿Y con su madre, que vive en Palma, mantiene una buena relación?
–Desde hace años no mantenemos ninguna relación, pero no le guardo ningún rencor, ni tengo nada contra ella. Lo que sucede es que, bien sea una madre, bien sea un amigo, bien sea quien sea, cuando la cercanía te produce dolor, es mejor que cada uno esté en su casa. Ella sabe que puede contar conmigo para lo que quiera, y si necesita cualquier cosa me tiene a su disposición.
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