Un grupo de vecinos de la calle General Ricardo Ortega. | Click

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Los vecinos de la calle General Ricardo Ortega de Palma andan con la ‘mosca detrás de la oreja’. Y razón no les falta. Con el anterior Ajuntament, presidido por José Hila, se sintieron marginados viendo que aunque les habían prometido la renovación integral de la calle, esta solo se hacía a media. Más en concreto, se renovaba -muy bien en todos los aspectos, dicho sea de paso- la mitad, desde Avenidas hasta Joan Alcover, dejando la otra mitad, Joan Alcover-Manuel Azaña, como estaba, es decir, mal en todos los aspectos, cosa que a día de hoy ha empeorado.

A base de protestas y de asistir a los plenos del Ajuntament, el mes de abril del año pasado, en vísperas de las elecciones, los vecinos consiguieron que el consistorio aprobara la reforma. Tras los comicios hubo cambio en el gobierno municipal. Entró el PP, pasaron los meses, pero de reforma nada de nada. Así que volvieron a levantar la voz, se entrevistaron con representantes del PP y de Vox y en el pleno de noviembre del año pasado aprobaron el presupuesto para acometer la obra.

Así que los vecinos celebraron la Navidad con un almuerzo en la galería de arte que hay en la calle, brindado porque el Año Nuevo llegara con los picos y las palas. Pero no. Pasaron enero, febrero, marzo, abril y la mitad de mayo, y ni picos ni palas, ni nada que tuviera que ver con obras de reforma, sino que más bien persistió el más absoluto de los silencios.

De mal en peor

Mientras tanto, la calle se iba -y se va- deteriorando cada vez más. Las aceras se hacen también cada vez más intransitables. Por una parte muchos de sus ladrillos se levantan y por otra, las raíces de los árboles levantan las aceras, lo que obliga a los vecinos a caminar con tiento para no tropezar y caerse, como les ha sucedido a algunos. Y si es la calzada, lo mismo. Irregular, se la mire por donde se la mire, y con baches, algunos de consideración. Y todo, a cada día que pasa, empeorando. Pero es que hay más: los vecinos ven como de las alcantarillas salen las ratas que corretean por las aceras. ¿Se imaginan lo que es eso? Como no hay ORA -la que hay es en el tramo renovado-, no hay quién aparque en esa calle, y como la luz artificial es muy deficiente -nada que ver con la del tramo remozado-, de noche apenas se ve lo cual, unido al mal estado de calzada y aceras, hace que caminar por ahí sea una aventura que pueda terminar en Son Llàtzer. Tampoco estaría mal que el carril-bici, que no va a ninguna parte, pues termina en Joan Alcover, continuara hasta Manuel Azaña. Y por si faltara poco, a la Policía Local ni se la ve, ni se la espera. Los agentes solo aparecen cuando les llaman pero así, dando un vuelta, por ver lo que pasa, no.

Ya toca

Por todo eso, señores del Ajuntament, no les extrañe que los vecinos empiecen a reclamar lo que consideran justo y que ustedes así se lo hicieron saber, aprobando la reforma y el presupuesto de la misma, pero quedándose ahí, al menos hasta hoy. Entonces, ¿entienden por qué los vecinos de la calle salen de sus casas y les preguntan qué hay de lo nuestro, de esa reforma aprobada hace más de un año y presupuestada hace casi medio? Porque ya toca.