Imagen del estadio de abandono del bar del Parque Krekovic. | Click

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En el parque Krekovic parece que las cosas han mejorado. Han cerrado puertas que contienen elementos eléctricos, que abiertas -como estaban- eran un peligro; han restaurado algunas de las columnas que sostienen la verja y han quitado los trozos de esta que habían quedado en el suelo; hay también más vigilancia… Pero hay un problema: el bar. O mejor, lo que queda de él, y donde ahora hay okupas. ¿Qué vamos a hacer con él?

Cuentan por la zona que Cort quiere derribarlo y así ‘muerto el perro se acabó la rabia’. Es decir, matar dos pájaros de un tiro: se quita de en medio un edificio cochambroso, sin ninguna utilidad social, lo que obligará a los okupas a que se busquen la vida en otro lugar, cosa que para ellos no será ningún problema. Pero, en cuanto al bar, ¿no sería mejor, dado lo concurrido que está el parque en algunas horas, construirlo de nuevo y sacarlo a subasta? Eso sí, a un precio no desmesurado, sino más bien asequible. Porque ese bar, funcionando como tal, iría bien ya que daría un servicio del que ahora el parque carece. Y ya puestos, y viendo que hay mucha gente que va a correr, eso sí con cuidado, pues el piso no es liso, ¿sería mucho pedir que allanaran debidamente sus caminos? Algo que supondría, sin perjudicar a los viandantes que pasen, o van y viene por él, convertirlo en un circuito de carreras.

Estado del abandono de los árboles. Foto: Click

Puerta rota

Un ciudadano, que se ve que pasa a menudo por Plaza de España, nos lleva hasta una de las puertas de hierro con barrotes que la comunican con el Parque de las Estaciones. Esa entrada al parque tiene dos puertas que al cerrarse restringen el acceso al mismo, cosa que suele ocurrir por las noches. Pues bien, observamos que una de las dos puertas, la de la izquierda, está sujeta al suelo por un hierro soldado, lo que impide que se abra, por lo que la entrada durante el día se queda abierta solo por la mitad. Esta puerta que, en según qué momentos, dado el trafico que tiene -bicicletas, patinetes y transeúntes- se queda pequeña. Pero es que si tratas de abrirla, no puedes. El hierro está soldado, por lo tanto está fijo en el suelo. Y encima, o porque se ha perdido la llave o porque la cerradura no funciona, se cierra la puerta con un candado.

Acceso a medio abrir al Parque de las Estaciones. Foto: Click

No es por meternos con el Ajuntament, pero es que Palma, sobre todo en las barriadas y zonas alejadas del centro, sigue reclamando la atención de Infraestructures. Que sí, que es la herencia recibida, pero no se puede estar echando la culpa al anterior Ajuntament una vez más. Y menos cuando los que entran nuevos es, primero, porque sus antecesores no lo hicieron bien, y segundo, porque sabían o al menos tenían la obligación de saber cómo estaban las cosas. Por tanto, esa excusa ya no vale, y más habiendo pasado casi diez meses de haber tomado posesión.

Lo decimos porque en la calle Aragón, a la altura del número 19, nos encontramos con un largo tramo de aceras levantadas por las raíces. Pues venga, ¡manos a la obra!

Besamanos

Noches atrás coincidimos en una cena con Jonny Darder, presidente de Tardor, aficionado al boxeo, deporte que practica en casa, como ya contamos en una ocasión. Y es que golpea el saco que tiene colgado en el comedor a ritmo de coplas de Rocío Jurado, Isabel Pantoja o Chiquetete, y no con heavy metal.

PALMA. Jonny Darder y su `punching ball¿ instalado en el comedor de su casa.
Jonny, entrenándose en su casa. Foto: Click

Pues bien, Jonny contaba que hace unos meses estaba muy preocupado porque tenía que asistir, en representación de Tardor, a un besamanos a la reina emérita, doña Sofía, y no sabía cómo funcionaba el protocolo. «Cuando pases por delante de ella, te inclinas y coges la mano con delicadeza y se la besas por el dorso», le comentó alguien y... Pues que en eso estaba el problema, «que no sabía muy bien cómo hacerlo y.... ¿Y saben qué hice para, llegado el momento, hacerlo más o menos bien? Pues tras echar un vistazo a cómo se hacía en Internet, durante más de una semana estuve besando la mano a mis vecinas, así pude encontrar el punto para inclinarme lo justo, coger la mano y besarla. ¿Que cómo fue? Pues muy bien. Parecía que lo había hecho toda la vida».