Rafael con su esposa Anneli y su ex Margit, posando tras la entrevista. Los tres mantienen una muy buen relación | R.L.

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Hasta poco antes de que el euro sustituyera a la peseta, en un lugar de paso de la Plaça d’Espanya había un puesto de venta de palomitas al frente del cual, generalmente, había una mujer, aunque quién lo fundó fue Rafael Jiménez. «Pedí permiso para establecerme cuando allí se celebró un mercadillo. Una vez clausurado este, volví a pedirlo para quedarme definitivamente y me lo concedieron. Corría el año 72 del siglo pasado, lo que significa que estuvimos allí alrededor de unos 30 años».

Rafael nació en Córdoba, en la zona centro. «Mis padres eran los porteros de una finca en la que vivíamos en el quinto piso. Yo nací un 28 de agosto… Me contaron que era un día muy caluroso, tanto que el termómetro marcaba los 42 grados de temperatura. Y como en la azotea hacía menos calor que en casa, allí fue donde me tuvo mi madre».

Rafael llegó a Mallorca cuando tenía 17 años: salió de Córdoba en una Lambretta y por carretera, casi de un tirón, llegó a Valencia. Se embarcó y, al día siguiente, estaba en Palma. «¿Y saben una cosa? Pues que no tenía carné de conducir y la Lambretta me la llevé sin pagarla, y… Pues que pasó el tiempo y no me la reclamaron».

El primer trabajo que tuvo en la Isla fue en La granja mallorquina, en la calle Sindicato. «Era camarero, con un sueldo de 35 pesetas diarias. Como las prostitutas del Kansas, un bar del barrio chino, llevaban a sus parejas a un piso que había arriba de donde trabajaba, algunas pedían que les subiera un café o un refresco… Yo se lo subía, encontrándome a veces a la pareja en plena función. Debo de reconocer que las chicas me tenían mucho cariño, vamos, que me cuidaban mucho».

Tres mujeres en su vida

Luego trabajó en el Hotel Urbis, cerca del Teatre Principal. «Como todos los clientes eran finlandeses, aprendí el idioma. Luego hice de guía en Spis… También viajé varias veces a Finlandia. Conocí a una finlandesa con la que viví durante unos años y tuvimos dos hijas. Luego me casé con otra finlandesa, Margit Holmberg, con la que tuve una hija, y tras separarme de ella me volví a casar, también con otra finlandesa, Anneli Vellava, con la que actualmente vivo y que me ha dado otra hija».

Ella es Margit, su primera esposa –y segunda mujer en su vida– con la hija que ambos tienen en común, en el puesto de palomitas de Palma.
Ella es Margit, su primera esposa –y segunda mujer en su vida– con la hija que ambos tienen en común, en el puesto de palomitas de Palma.

Rafael acude a la cita con su esposa, Anneli, y su exesposa, Margit. Lleva chaqueta y corbata y en la mano una pipa a la que le da alguna que otra calada. «¿Y por qué no? –dice–. Ellas se llevan muy bien. Incluso los tres hemos hecho viajes juntos. Y ambas estuvieron en el puesto de palomitas».

Pues eso, ¿por qué no llevarse bien? Es más, estando casado con Margit le dijo un día que, en representación de la Cámara de Comercio de Baleares, viajaba a Finlandia a una feria. «Como sabían que hablaba finlandés y tenía contactos en aquel país, desde la Cámara me pidieron que viajara con ellos. Durante ese viaje conocí a Anneli, a quién dije que estaba divorciado, invitándola a que se viniera conmigo a Mallorca y… Pues que mi mujer al enterarse y ver que seguía con ella, se divorció de mí. Eso sí, cuando el notario le pidió si quería algo, le dijo que no… Y es que es una gran mujer. Al cabo de un tiempo me casé con Anneli y como se llevan bien, pues aquí estamos los tres. Eso sí, ella en su casa y nosotros en la nuestra. Además, encantados. Y ya digo, a veces vamos a comer o a cenar juntos… Incluso hemos viajado juntos. Y en cuanto a las hijas, las cuatro se llevan muy bien. La mayor tiene 55 años y la más pequeña, 37».

Anneli, filandesa como Margit, fue la segunda esposa de ‘El Pipas’, con quién tuvo una hija. La fotografía fue tomada en la tienda en 1991.
Anneli, filandesa como Margit, fue la segunda esposa de ‘El Pipas’, con quién tuvo una hija. La fotografía fue tomada en la tienda en 1991.

Palomitas y otros negocios

Además del negocio de las palomitas, al frente del cual estuvieron ambas esposas, primero Margit y luego Anneli, Rafael abrió otros negocios, y lo hizo a partir de que las palomitas le dieran un millón de pesetas de ganancias… Pues sí, a vuela pluma, nos los enumera. Una financiera conocida como Inversiones Finlandesas S.L.; una empresa de limpieza de cristales llamada La esponja de oro, «con la que limpiamos los cristales del edificio de Gesa… ¡que ya son cristales, eh!»; una zapatería, Comercial Calzados; más tres o cuatro bares.

«Y es que si uno se propone hacer cosas, lo consigue. Porque yo, repito, vine a Mallorca siendo un crío, a nada que puse los pies en la Isla me busqué un trabajo, luego aprendí uno de los idiomas más hablados entre los turistas que venían por entonces… Cuando me tocó hacer la mili, cosa que trastocaba todos mis planes, en la revisión me encontraron un defecto en la vista por lo que me libré. Y luego… Pues llegaron las palomitas, que empecé vendiéndolas a 5 pesetas la bolsita, cobrando en los últimos años 75 pesetas por la bolsa pequeña y 100 por la grande. Palomitas que tenían mucha aceptación… Ya digo, en esta vida todo es cuestión de marcarse retos e intentar conseguirlos. ¿Que eso me obligaba a trabajar mucho? Pues trabajaba. Y como tenía a mi mujer, que también trabajaba… Hoy puedo decir que estoy satisfecho con lo que hemos conseguido y más viendo que ellas se llevan muy bien, igual que nuestras hijas».

Rafael con su esposa Anneli y su ex Margit, posando tras la entrevista. Los tres mantienen una muy buen relación

Jubilación

Rafael, a quien se le conoce como ‘El Pipas’ «pues desde siempre he fumado en pipa», cuando echa la vista atrás se siente satisfecho por lo logrado, «todo gracias a la ayuda que he tenido de mis dos mujeres, sin las que nada de lo que he hecho hubiera sido posible… Y también –añade– porque me he sabido rodear de la gente adecuada y encima buena gente. ¿Que cómo vivo ahora? No me quejo. Vivo de mi jubilación, por lo que ni me falta ni me sobra nada, pero, repito, muy satisfecho por lo hecho a lo largo de los años».