Mónica y Alejandro, los protagonistas de esta historia.

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«¡Hola! Esto sonará muy muy raro, mi chico y yo nos casamos el día 27 de diciembre en Ciutadella y no tenemos testigos. No conocemos a nadie en Menorca y hemos pensado en pedirlo por aquí. Sé que es una locura, pero si alguien estuviera dispuesto nos haría un gran favor». Es el mensaje que Mónica, de 31 años y natural de Cataluña, publicó a mediados de diciembre en el grupo de Facebook «Cadena de Favores».

Después de más de una década de noviazgo con Alejandro, de 30 años y también catalán, ambos dieron el paso de casarse en Menorca a finales del mes pasado. ¿El problema? Viven alejados de familiares y amigos y aquí, en la Isla, a pesar de llevar un año y medio, no conocen a nadie. Trabajan en remoto y viajan mucho, «nuestra vida es muy locura siempre», reconocen. En su lista de contactos no había ningún conocido que estuviera a pocos metros para ejercer como testigo de boda en su gran día.

Mónica y Alejandro, en una imagen reciente en el puerto de Ciutadella.

Instalados en Ciutadella, donde han comprado un piso y viven rodeados de gatos, consiguieron con rapidez una cita para casarse ante notario el pasado 27 de diciembre. El reto, antes de la firma del acta matrimonial, era conseguir dos testigos de boda que certificaran el matrimonio. «La idea de publicarlo en Facebook surgió entre los dos, hacemos muchas locuras», explican. Pocos minutos después, tenían decenas de personas que se querían sumar a la aventura, conocer a la pareja y asumir la función de testigos de boda.

«Dio la casualidad que se pusieron en contacto con nosotros un trabajador del supermercado que hay al lado de nuestra casa y la canguro de los gatos», dos personas con quienes habían tenido ocasión de cruzar palabras, afirman. Y así es como se convirtieron en los testigos de boda de Mónica y Alejandro, que firmaron el acta en solitario ante el notario el pasado 21 de diciembre y en presencia de los testigos el pasado 27 de diciembre.

Los dos jóvenes en la firma del acta matrimonial el pasado 27 de diciembre.

Su gran día fue sencillo: solo formalizaron su compromiso y fueron a celebrarlo con los testigos en Ciutadella. «Es la peor fecha del mundo para casarse», admite Mónica, que asegura que están felices de haber vivido este momento tal y como se ha desarrollado, a pesar de que «la familia se lo ha tomado regular». Con ellos han pasado los días previos y posteriores a la firma del acta matrimonial en las localidades de las que son originarios.

La primera foto que se hicieron hace más de una década.

Mónica y Alejandro llegaron «por pura casualidad» a Menorca. En esta isla han empezado a echar raíces y su intención es, explican, quedarse aquí. Pero la vida da muchas vueltas y, reconocen, «será ella la que decida».