José Matas posa en el almacén de S’Avenc Mel junto a tarros de miel de diferente sabor y otros productos derivados. | Pilar Pellicer

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Entro en el parking y estaciono el vehículo. Bajo la marquesina me aguarda la fotógrafa, está recostada sobre su coche y mata el tiempo limpiando el objetivo de su cámara. Al fondo, un hombre avanza hacia nosotros, camina con la parsimonia de un elefante. Es José Matas, propietario de S’Avenc Mel. Lleva un jersey raído y tiene la mirada relajada, como la de John Wayne en El hombre tranquilo, pero no estamos en la isla Esmeralda sino en un punto difuso en la carretera que une Santa Maria y Pòrtol.

Un consejo: no hagan caso a las primeras impresiones, son traicioneras. Éstas describirían a nuestro protagonista como un hombre sencillo, tocado por el cliché de la vida rural. Se equivocarían. José es un adicto a la cultura, al conocimiento, está convencido de sus valores terapéuticos y disfruta «escuchando a quien pueda enriquecerme». No distingue entre alta cultura y cultura popular, para él la cultura es una e indivisible. Me cautiva con su lección magistral sobre el intrincado y fascinante microuniverso de las abejas. «Los romanos ya hacían miel», explica mientras nos muestra un antiquísimo utensilio con el que «hasta 1940 se hacia la miel. Aún se utiliza en Siria y Jordania», añade.

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Entablamos conversación y pierdo la noción del tiempo. Me avasalla con sus conocimientos. Cambia de tema con la gracilidad de un gimnasta ruso, su erudición apícola es abrumadora. Todo ese saber va unido a una eficiencia productiva que le ha granjeado cierta reputación. «Nos compran miel en Suiza, Dinamarca, Suecia y otros países». En Mallorca su clientela son «mayoritariamente extranjeros residentes». Doy fe. En el transcurso de la entrevista varios han desfilado por la finca. Entran, le saludan con un afecto que denota cierta relación y acceden a la tienda. Uno incluso se acercó para ofrecerle un táper con comida como deferencia por su excelente trabajo. Tal cual.

José lleva desde 1996 ofreciendo miel y otros productos derivados, como una crema de manos a la que agrega limón. Nos cuenta que S’Avenc Mel recibe su nombre de una cavidad calcárea, una sima (avenc) que se abre al exterior mediante un pozo. A continuación, nos guía hasta la impresionante oquedad. Pero si algo le apasiona es conversar sobre aquello que le distingue del resto: «Somos los únicos que utilizamos la técnica de inseminación artificial de abejas en España». Se trata de una técnica que mejora la genética, a fin de obtener abejas reina de forma controlada.
Durante su corta vida, las abejas realizan unos 200.000 vuelos que, como auténticos magos, transforman en un saludable alimento que destaca por sus propiedades, siendo una excelente fuente de energía rica en antioxidantes que previene el riesgo de ciertas enfermedades cardíacas.