Lleva ahí, bajo la escalera que une Vía Roma con la Plaça Major, más de tres meses. | Click

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Una de cal, otra de arena y  un asiento del bus en mal estado que produce un corte en la mano de un viajero. Vayamos por partes. La de cal es porque hace tres meses el mendigo de la puerta de Sant Miquel, de Palma, nos decía que le habían dado una casa en Inca, en la que podría vivir con su hija, guarecidos de las inclemencias del tiempo, con luz y agua corriente, cosa que en el lugar que habitaban no tenían, ya que hasta entonces, y durante bastante tiempo, estuvieron viviendo, y durmiendo, sobre un colchón en los bajos de la escalera que una Vía Roma con la Plaça Major.

Pues bien, tres meses después, sigue el colchón, una maleta trolley y ropa vieja sobre el suelo en el lugar que dejaron para irse a Inca, lo cual contradice el anuncio que pone Cort en el opis de Vía Alemania, bajo el título de Palma a punt!, ilustrado con una fotografía en la que se ve a un trabajador de Emaya limpiando una calle a base de manguera. Y lo contradice porque en su punto cinco, se lee, refiriéndose a las acciones a llevar a cabo en el plan de choque para la puesta a punt de Palma, que «se procederá a la recogida de trastos». Pues bien, ahí no los han recogido.

Y la de arena es que, semanas antes de las elecciones municipales, denunciamos el mal –pésimo– estado en que se encontraba el pavimento de la plazoleta-carrer de Santa Magdalena, sita en uno de los laterales de Vía Roma, en la que hay dos bares, que tenían que hacer verdaderos malabares para colocar sus sillas para que los clientes que las ocuparan no perdieran el equilibrio. Aparte, el estado de la plazoleta dejaba mucho que desear: raíces de los árboles que levantaban los alcorques, bordes arrancados, baldosas también levantadas… ¡Un desastre, vamos! Pues bien, desde hace unas semanas, esos problemas han dejado de existir. Cort los ha eliminado. El propietario del bar La Trastienda, Rafael Calderón, nos contó que hace unos días llegaron técnicos del Ajuntament que estuvieron mirando el estado del lugar, «diciéndome que en un par de días lo iban a arreglar provisionalmente, para dentro de unas semanas arreglarlo definitivamente. Pues bien, han cumplido, porque ya ve como está la plaza. ¡Irreconocible!».

Rafael Calderón, propietario de La Trastienda, está que ni se lo cree, pero feliz.

Revisen ese asiento

Un viajero que el pasado viernes iba de Palma a Sóller en un bus del TIB –el 2052–, se sentó en el penúltimo asiento, fila de la izquierda, asiento de ventana, y    «pues que cuando me senté, al apoyar la palma de la mano izquierda en el asiento para acomodarme, sentí que algo me cortaba. Al mirar la mano me encontré con una herida de unos dos centímetros de longitud». Lo decimos para que echen un vistazo a ese asiento y lo arreglen, ya que de lo contrario le puede suceder a otro.

Por cierto, hace dos semanas denunciamos que en otro bus de dicha compañía, en el cargador USB que hay junto a unos asientos, habían puesto pegamento, lo cual impedía cargar los teléfonos. Por lo visto, cuando el denunciante nos avisó, hacía una semana que estaba atascado. ¿Han quitado ya el pegamento de ahí?