Marcos Vanrell, barista y propietario de Sa Caravana. | Guillermo Esteban

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Marcos Vanrell toca la guitarra española que tiene colgada sobre la caja registradora de Sa Caravana cada vez que un cliente deja propina. El establecimiento, una cafetería de especialidad situada en la plaza de los Patines de Palma, lleva su impronta porque antes que barista fue herrero y casi todo el mobiliario lo ha fabricado él, incluida la colorida barra. Aprendió el oficio de su padre.

Marcos, de 35 años, viajó a Londres en 2009 a buscar trabajo como herrero, pero necesitaba un permiso que no consiguió y empezó como camarero en un bar que ya no existe: Avenue London, en St James’s Street. «Allí te enseñan la restauración desde el punto de vista de un oficio y me di cuenta de que era algo más allá de un servicio de porteo del producto a la mesa. Se entablan relaciones con las personas y añades un plus si sirves al cliente con cariño y ganas».

El 1 de octubre de 2021 Sa Caravana empezó a rodar. «Fabricar una mesa o hacer un café es un arte», dice Marcos. «El arte del café es efímero, pero el de la herrería perdura. Son obras que la gente ve y admira. La mesa sigue ahí cuando te vas y el café queda en tu recuerdo o en el carrete de tu móvil». El barista con mano de hierro cuenta que hay que tener pulso a la hora de realizar un cordón de soldadura como cuando hace dibujos en el café.

«En la herrería no estás sometido a la misma presión que en la cafetería, donde haces arte bajo presión. No se desmerece un café porque vengan tres detrás, tienes que invertir el tiempo necesario en cada uno porque buscas que sea lo mejor posible».

Cuando abrió el local compró una cafetera de la marca La Marzocco y con la caja de madera fabricó cinco mesas. «Le puse las patas en aspa al estilo cámping», recuerda. Marcos busca la perfección en cada café como en cada mueble. Dibuja corazones, cisnes, dragones o caballitos de mar en el café. Podría meter un zoo entero en su caravana.