Nacho Artesero, durante la entrevista. | Click

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A Nacho Artesero, tapicero de toda la vida, le preguntamos que a qué es debido que en las tiendas de antigüedades haya tantos muebles antiguos, y entre ellos, muebles ricamente tapizados, pero que por otra parte no tienen salida, lo que ha obligado a algunos de sus propietarios a cerrar y dedicarse a otros menesteres. Su respuesta es clara: «Porque hoy, los jóvenes, que son los que suelen comprar muebles, optan por lo práctico, que, además, es más económico. Por eso no compran esos otros muebles. Puede que algunos, al heredarlos, los conserven porque les guste lo antiguo, o porque ven que son muebles de calidad, o por simple sentimentalismo. Pero son los menos».

Nacho es murciano por casualidad, «porque al año de nacer, nos vinimos a Mallorca. Mi padre, que era albañil, fue uno de los que construyó la central eléctrica de Alcúdia. Cada lunes se iba desde Palma al trabajo en bicicleta, regresando el sábado, también en bicicleta. Más tarde fue pescadero… Mientras tanto, yo iba a clase a Flechas Navales, al lado de los desaparecidos astilleros, en el Passeig Marítim. Allí íbamos a cambio de hacer la mili en Marina. Recuerdo que cada mañana cantábamos el Cara al sol, que íbamos a misa, y que entre las asignaturas estaba la deFormación del Espíritu Nacional. Recuerdo también que por ser alumno de dicho centro conocimos tres portaaviones norteamericanos, Saratoga, Independence y Forrestal. Y también me viene a la memoria que un año, en que se celebraban los 25 años de paz, hubo un festival en el Luis Sitjar en el que participamos muchos niños, nosotros vestidos de marinos. En dicha escuela estuve un año y medio, pasando luego a la Aneja, en la carretera de Sóller, un centro dirigido por don Melchor Rosselló, siendo mi maestro don Gaspar Sabater, persona muy recta, pero un gran maestro. Este, un día, nos preguntó que quién se quería presentar para el Certificado de Estudios, y le dije que yo, porque en casa no había mucho dinero y quería ayudar a mis padres trabajando. El me contestó que como no tenía 14 años, no podía… Pero, días después, me llamó y me dijo que me preparara para ese examen... Me presenté, aprobé, y me puse a trabajar en el taller de tapicería de los hermanos Lázaro».

Con Nacho habíamos quedado en El Bula. Pensábamos que en media hora liquidaríamos la entrevista… Pero no. Esta se prolongó a más de hora y media. Y es que su vida ha sido muy intensa. Ha trabajado mucho, para mucha gente conocida de la Isla, y también para instituciones… «Soy zurdo, por lo que, para clavar la tapicería en la madera, cogía el martillo con la izquierda… Por eso, a veces, mi jefe me daba un pequeño golpe en el hombro y me decía, ¡Con la derecha! Y es que en aquellos años, todo lo que sonara a izquierda estaba prohibido, como mal visto que te pusieras una prenda de color rojo. Y yo, la verdad, no lo entendía… A mi padre, que era campesino y apolítico, la guerra le pilló en Albacete, en zona roja, donde recibió un balazo llegado desde el bando nacional, que le atravesó la cara, dejándole sordo, y en otra ocasión, la metralla le destrozó la espalda. Sin embargo, él siempre nos inculcó que teníamos que ser amigos de todos, que no había ni vencedores ni vencidos… Por eso hoy me sabe mal que siga habiendo esas diferencias, y la culpa la tienen los políticos, que en vez de unir a los españoles, los separan. Y así nos va».

Sus clientes

Volviendo a su oficio de tapicero, por lo que nos cuenta, ha trabajado mucho, y para mucha gente conocida. Empezó poco a poco, y poco a poco se fue haciendo con una clientela que reclamaba sus servicios, seguramente viendo lo que había hecho, lo cual nos hace pensar que vale más por lo que calla que por lo que cuenta, y que debe de estar forrado. Porque, vean qué clientes tuvo: entre otros, la princesa Birguita de Suecia: Frida, la ex cantante de Abba; Bauzá de Mirabó, a quien tapizó muebles del Palau del Rei Sanxo, de Valldemossa; Michael Douglas, a poco de haber comprado s’Estaca; a los hermanos Vives; Alberto Cortina, al que tapizó unas sillas compradas en Francia para la finca que tenía en la zona del Puig Major; Sara Montiel y Pepe Tous, quienes le encargaron tapizar los muebles de sus casas de Na Burguesa y Passeig Marítim, y los del Bingo Balear; Maite Mateos, de Baccara, también reclamó sus servicios, igual que Feliciano Fuster, que fuera presidente de GESA, a quien tapizó muebles de la casa que tenía en Galilea y de su barco… Y hablando de barcos, tapizó también el de los hermanos Cisneros, el Paradiso, se llamaba, «y que tenía circuito cerrado de televisión»; y el de los padres de Ana Obregón, además de algunos muebles de El Manantial. «También le hice unos trabajos de tapicería a Mario Conde, al doctor Beltrán, a Carlos Iglesias, hermano de Julio, a doña Pilar de Borbón para su casa de Porto Pi; a Fernando Villalonga y Truyols, Marqués des Brull, a Xim Torrens…». Vamos, que su vida da para un libro. «En una ocasión, el escritor Miquel Adrover me lo insinuó, pero ahí quedo la cosa. Desde luego sería un libro muy extenso», dice tocando los dos álbumes de fotos de sus trabajos que se ha traído, y que reposan sobre la mesa que ocupamos en El Bula.

Sí, porque además de todos esos encargos privados que tuvo, los recibió también de instituciones. Del Parlament, por ejemplo, donde forró las paredes y cambió la tapicería de muchas sillas y sofás, incluida la silla del presidente. También trabajó para la propiedad del castillo de Bendinat, y para Marivent, «aquí tapizando los sofás y butacas del dormitorio de Su Majestad». ¿Acaso dormía solo el Rey?, le preguntamos. «No lo sé. Hasta ahí no llego. Pero su habitación estaba en la parte más alta del palacio, desde donde se divisa el mar a través de un gran ventanal. Le puedo asegurar eso porque me senté en su cama y miré el paisaje. Desde ahí no se ve ni una sola roca, todo es mar».

Pues con todo lo hecho, lo cual no es poco, seguro que está forrado, le decimos. «Pues no. Vivo del retiro, con algo más de mil euros. Y es que yo fui tapicero, no comerciante, ¿sabe? Sí, yo cobraba por el trabajo que hacía, nunca haciéndome publicidad del que había hecho. En cambio, los que sí ganaron fueron los intermediarios».

Por último, nos cuenta que fue amigo de grandes hombres vinculados con el mundo del Arte, entre ellos los pintores Alceu Ribeiro, Ellis Jacobson y el escultor Jaume Mir, «vecino mío de asiento en el Luis Sitjar, pues yo fui socio del Mallorca». Lo dicho, íbamos para charlar media hora y estuvimos más de hora y media. Porque también nos habló de la amistad que tiene con grandes músicos, de la canción, inspirada en él, que compuso Miguel Morales, el marido de Fedra Lorente, La Bombi, o de por qué a Phil Trim, el de Mami Blue, le llama mi hermano negro... Pero de eso hablaremos otro día.