El diseñador mallorquín, junto a algunas de sus nuevas creaciones en la suite 705 del Castillo Son Vida. | Pere Bota

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En 1902, a un año del fin de la era victoriana, nacía en Londres Louis Nizer, quien prosperó como litigante, escritor y conferenciante. Una de sus citas más destacadas le viene como anillo al dedo a nuestro protagonista: «Quien trabaja con sus manos es un operario; quien lo hace con sus manos y su cabeza es un artesano; pero el que trabaja con manos, cabeza y corazón es un artista». Y es que, si algo decanta Sebastià Pons sobre su obra es corazón, emocionado y palpitante, como el que masticaba con voracidad Robert De Niro en un sobrecogedor plano de Angel Heart. El Castillo Hotel Son Vida acoge entre este viernes y este sábado ANKH: La Llave de la Vida, la colección que marca el regreso a la alta costura del diseñador mallorquín.

En ANKH, Pons vuelve a apuntar a lo más alto de la ‘haute couture’, «después de cinco años volcado en Muchache, una firma de kilómetro cero, la gente me preguntaba por esa otra faceta mía. En los últimos años he cogido fuerza y creo que ahora era el momento de recuperarla», sostiene Pons, cuya creación tiene un potente arraigo a la tierra. ¿Ese agente sigue activo en esta colección? «El ADN está muy arraigado, es un vínculo que no perderé jamás», expresa el diseñador.

Uno de los diseños de la nueva colección de Sebastià Pons.

Las geometrías de sus modelos destilan pulcritud e inconformismo, como la mitología egipcia que las inspira. «Me interesa esa cultura, en mis nuevos diseños quería hacer una reflexión sobre la vida». ¿Se puede estampar algo tan profundo con aguja e hilo?. «Bueno, al final la ropa es ropa, pero un diseñador puede hacer que vaya ligada a un mensaje, la moda de autor debe tener un mensaje», reflexiona Pons, que en su nuevo listado ha recurrido al «algodón egipcio, la lana fría y otros elementos naturales, el único tejido sintético que he utilizado es la viscosa».

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Sebastià Pons muestra una de sus creaciones.

En ANKH Pons investiga, abraza el color y acepta los retos. Ama la creación y la sensualidad, odia los clichés. Hace falta entender y vivir la moda de la misma forma para trabajar con él. «Quienes me rodean deben tener pasión por la moda y la manipulación de los tejidos, ganas de involucrarse como si fuera su propio proyecto», advierte.

Mensaje

No hay ni un solo diseño que salga de su estudio que no contenga un mensaje. Ya sea explícito, trabajado desde la obviedad literal, o implícito, desarrollado a partir de una referencia más conceptual. Su forma de abordar la moda siempre ha estado relacionada con el inconformismo y la reivindicación de cuestiones como la sostenibilidad. En su opinión, «la moda no ha de tener reglas, se debe interpretar como cada uno quiera, ha de expresar un sentimiento». Esa filosofía, grabada en su ADN creativo, fue alimentada en la Saint Martins School de Londres, alma mater de algunos de los grandes popes de la moda, desde John Galliano    hasta Stella McCartney, pasando por Alexander McQueen, de quien Pons fue más que un asistente, pues solía involucrarse en todo su proceso creativo. Corrían los 90, en plena efervescencia britpop, una escena que enriqueció su visión creativa, «la música me inspira mucho e intento mantener ese vínculo, aunque sería más fuerte si siguiera viviendo allí». Ahora lo hace a caballo entre Barcelona y la Isla, «dos lugares muy cosmopolitas que me inspiran muchísimo», concluye.