Hasta hace unos días, Manuel y su hija vivían debajo de una escalera, en Vía Roma. | Click

TW
1

Dios aprieta, pero no ahoga. Lo decimos porque ayer por la tarde, pasando por delante de la basílica de Sant Miquel, de Palma, Manuel Castro Fernández, pedigüeño en la puerta de dicho templo desde hace más de dos décadas, nos llamó. «¡Eh, periodista! Tengo una cosa que contarle». Nos acercamos, cambió su posición de sentado en una caja de plástico de color rojo, por la de pie, y en voz baja nos dijo: «¡Tengo una casa donde vivir! Sí, en Inca. Desde hace unos días estamos mi hija y yo». Nos fuimos a tomar un cortado para que nos lo contara.

«Tengo la casa gracias a Cruz Roja. Ella me puso en contacto con una asociación de Inca, y me la han dado, de momento por un año. Y si me porto bien, cuando pase el año me la ceden otro». Y portarse bien es no meter gente realquilada, ni alquilársela a gente externa. «Y cuidarla en todos los aspectos», nos aclara.

«¿Se imagina dejar de dormir mi hija y yo en un colchón, debajo de las escaleras que van de Vía Roma a la Plaça Major, en invierno con un frío que no se puede aguantar y en verano muertos de calor? Pues esa era nuestra casa. En cambio, ahora… Ahora dormimos en habitaciones separadas, en camas con colchón y sábanas, comemos en una mesa con cuchara, tenedor y cuchillo, tenemos una ducha, un váter, una pequeña televisión, si llueve no nos mojamos….». El hombre, al contárnoslo, se emociona.

Tras tomarnos el cortado, vamos al lugar dónde dormían hasta hace unos pocos días, «porque quiero que vea en qué condiciones estábamos…. Eso si no ha pasado ya por allí Emaya y lo ha limpiado…». Pues no había pasado Emaya a pesar del slogan que Cort ha colgado en una serie de Opis de Palma, ‘Palma a punt’, anunciando que refuerzan todos los operativos, entre otros el de la recogida de trastos, porque allí sigue, además del colchón, una vieja maleta, bolsas de plástico, botellas… Sí, el lugar no es el adecuado para que dos personas hagan parte de sus vidas en él. De ahí que se muestre sumamente feliz al tener ahora una casa.

Buscará un trabajo

De momento su hija, sin trabajo como él, por lo que a veces pedía donde él, se ha quedado en casa, limpiándola y cuidándola, «y luego sale a buscar un trabajo». Su hija tuvo una hija a la que un coche atropelló y mató a poco de haber cumplido los cuatro años. «Está en contacto con un abogado para reclamar», nos dice.

En cuanto a él, de momento va a seguir pidiendo en la puerta de Sant Miquel, «no cada día, pero sí tres a cuatro a la semana, ya que tendré que venirme de Inca en tren. Mientras tanto, miraré de encontrar un trabajo, aunque sea a media jornada. Un trabajo de albañil, que es de lo que entiendo… O de lo que sea –rectifica–, porque, ¿sabe usted lo que es pedir? ¿Sabe usted lo que es pasarse horas y más horas, día tras día, en la puerta de la iglesia esperando a que alguien te dé algo? ¿Y sabe quién da más? La gente más humilde… Porque los ricos, poco, eh. Poco… ¿Y le cuento una cosa…? Pues que un día se me acercó una pareja, ni joven ni mayor, y me dio 500 euros en billetes de 50. ¿Se imagina cómo me quedé…? El hombre, al verme la cara, me dijo: «No me digas nada, tómalos, son para ti… Y se fueron. Y yo me quedé allí un rato, flipando… Esa noche mi hija y yo nos dimos una cena como nunca… Y el dinero lo administramos lo mejor que pudimos hasta que se terminó, eso sí, mientras tanto, yo seguía viniendo aquí».

A Toni, el párroco, le pone por las nubes. «Una persona muy buena, que me ayuda, por lo cual le estoy muy agradecido». Pues nada, amigo. Mucha suerte de ahora en adelante, y a ver si os sale un trabajo para los dos. Y disfrutad de la vida…. «Y otra cosa más –apostilla–, que nos van a dar unos vales para que podamos ir a buscar la comida a un lugar que nos indicarán».

Cuatro años después...

Juan, conocido como ‘El poeta del asfalto’, se casa este martes en Marratxí con la colombiana Milena. Juan es persona muy conocida en Palma. Gran parte de sus calles han sido asfaltadas por la empresa para la que trabaja desde que pisó la Isla por primera vez, de lo cual han pasado muchos años. Y como además tiene pluma fácil a la hora de escribir poesía, de ahí lo de ‘El poeta del asfalto’.

La pareja se conoció a través de Idalia, una hermana de ella, a quien preguntó si tenía alguna hermana o prima, «para presentármela, diciéndome que sí, que tenía hermanas en Colombia, una de ellas soltera. Así que la llamé y saltó la chispita, que con el paso del tiempo, a través de otras llamadas y videoconferencias, fue encendiéndose. Por eso, al cabo de unos meses le propuse que se viniera a Mallorca, y así, lo que nos decíamos en la distancia, nos los diríamos uno frente al otro. Total –añade– que en diciembre de 2019 compró un billete, clase turista, y se vino a la isla. ¿Y qué pasó? Pues que aquellas sonrisas, complicidades y confidencias que nos hacíamos a través del móvil, cara a cara se multiplicaron, por lo que le pedí que se quedara conmigo aquí, y… Pues que aquí seguimos los dos, cuatro años después, más unidos que nunca y… Tras darle vueltas durante un año sobre si nos casábamos, decidimos hacerlo este martes, en Marratxí.

Juan y Milena están juntos desde diciembre de 2019, se casan en Marratxí.

Queríamos que nos amadrinara Patricia Chinchilla, pero como hoy está en la feria del libro Exlibri, de Murcia, invitada por la organización, una oportunidad que ningún escritor debe desaprovechar, se lo pedimos a otra buena amiga nuestra, Adriana Santa, que nos dijo que sí, y a Carlos Penas, que además de amigo nuestro es artista de la pluma, del pincel y de todo lo que se proponga». Pues a la pareja le deseamos toda la felicidad de este mundo. ¡Y ya lo celebraremos!