Los socios veteranos Joan y Toni Amengual, en la mesa del bar del club en la que solían vender gamba para cebo, junto al vicepresidente del CNP, Toni Florit, y el presidente, Pep Santander. | CN Portitxol

TW
1

Palma, año 1928. El derribo de la muralla histórica a principios de siglo había provocado la migración de las fábricas del centro histórico a barrios como el Molinar de Llevant, que desde 1920 estaba conectado con el resto de la ciudad gracias al nuevo tranvía eléctrico. Eran años, previos al boom del turismo, en el que la industria crecía con fuerza frente al tradicional sector primario. El Molinar vivía un momento de auge y transformación: el viejo núcleo surgido a finales del XVIII en torno a los molinos de harina y la pesca se convertía en un moderno barrio obrero con refinerías de petróleo, centrales eléctricas, fábricas de jabón y producción de aceites, azúcar de algarroba, papel, cartón y perfumes. La industrialización generaba riqueza y bienestar para una población que empezaba a poder permitirse algunos caprichos, como comprarse un llaüt para salir a pescar los fines de semana. En 1917, se había fundado en el barrio el primer club náutico de Mallorca, bajo el nombre de Club Marítim Molinar de Llevant.

El origen

En 1928, coincidiendo con la inauguración de la nueva iglesia de esta pujante barriada popular, catorce vecinos del Molinar decidieron fundar un nuevo club náutico en Es Portitxol, núcleo tradicional de pescadores. Todavía no existía el Passeig Marítim, por lo que la fisionomía costera de Palma era muy diferente a la actual.

El primer edificio del nuevo club no era más que una rudimentaria caseta de pescador con cubierta de paja, en la que se guardaban los útiles de pesca de las pocas embarcaciones, amarradas a una única plancha, con las que contaba el club. Las reuniones de la junta directiva se celebraban en un bar cercano.

El club en sus inicios, con los desaparecidos molinos a los que debe su nombre el Molinar de fondo.

Pasados 95 años de aquellos inicios, el Club Nàutic Portitxol (CNP) cuenta actualmente con unos 400 socios y casi 300 embarcaciones amarradas en sus pantalanes. Los antiguos llaüts y bots de madera de 4 o 5 metros que antaño monopolizaban el puerto van siendo reemplazados por modernas barcas de fibra de vidrio, lanchas motoras y algún velero, y el ambiente en el club ya no es el mismo. «Antes, era todo más familiar. Veníamos aquí a pasar el rato o jugar a truc y nos ayudábamos unos a otros a sacar las barcas. Los domingos, nos vestíamos de traje para venir a tomar el vermut y socializar. Todos nos conocíamos y éramos amigos. Ahora, la gente llega, sale a navegar y se va», aseguran los hermanos Joan y Toni Amengual, de malnom familiar ‘Planta’, nacidos justo después de la Guerra Civil y vinculados al club desde hace décadas.

Así lucía el CNP antes de la construcción del Passeig Marítim de Palma.

«Solíamos salir por las noches a pescar gamba para usar como cebo, y la vendíamos aquí, en el bar del club, por onzas. Los socios venían muy pronto, se tomaban un rebentat, compraban la gamba y salían a pescar», rememoran. «Ahora, la gente ya no madruga tanto, y el tipo de ocio náutico es muy diferente. Vienen con la familia a las 10 o las 11, y sacan el velero para dar un paseo... Además, la pesca en la zona está totalmente muerta, hay que irse muy lejos para encontrar pescado», lamentan.

Los domingos, los socios se vestían de traje y se reunían en el club para socializar.

«Antiguamente, cuando encontraban un sitio donde había pesca, los pescadores recreativos se apuntaban el lugar exacto triángulandolo con puntos de referencia como la Seu, el Castell de Bellver o algún pico de la Serra. Ahora, tienen que salir con sondas y GPS, y aún así no encuentran pesca, porque ya no queda», añade Toni Florit (1959), vicepresidente del club e hijo del mestre d’aixa y socio de honor Biel Florit.

Inversión

El club celebra de forma muy austera su 95 aniversario inmerso en un proceso de mejora, modernización y remodelación de sus instalaciones en el marco de la prórroga de concesión con inversión negociada con la Autoritat Portuària de Balears (APB) tras el fin de la concesión del club en diciembre de 2022. «Tenemos hasta diciembre de 2025, y esperamos que, tras haber ejecutado las obras, las autoridades nos ofrezcan una solución para poder continuar con la actividad del club, que actualmente es el más antiguo en activo de Mallorca», confía Pep Santander, presidente del CNP. «Queríamos hacer una celebración de aniversario, pero consideramos que no era el momento, dado el esfuerzo económico extraordinario que hemos pedido a los socios para hacer estas imprescindibles obras.    Preferimos esperar y centrarnos en poner las bases para poder llegar al centenario del club. Ya celebraremos entonces», concluye.