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Que los tiempos están variando con el cambio de gobierno en Cort es algo que estamos notando en las últimas semanas. Y no lo decimos solo por ese plan de choque que ha creado a fin de limpiar las pintadas de los edificios de Ciutat, o que el área de Asuntos Sociales, a cuyo frente está Lourdes Roca, trate de identificar, a través de técnicos, a los sin techo que duermen en las calles de Palma a fin de encontrar una solución a su situación, y a la vez saber por qué prefieren la calle a los albergues. Tampoco deja de llamar la atención que en el aspecto cultural, la presidenta del Govern, Marga Prohens, junto con el alcalde de Palma, Jaime Martínez, y el responsable de Cultura de Cort, Javier Bonet, dediquen su tiempo a visitar salas de exposiciones, como la de Neutro Art, recientemente inaugurada, donde exponían numerosos artistas mallorquines, entre ellos Domingo Zapata (a dicha sala asistió también el obispo de Mallorca), o la del Hotel Artmadams, en cuya sala de exposiciones colgaban obras de Pau Fornés.

Y a ello añadamos otro evento, que también tiene que ver con el cambio citado. El jueves se inauguró en el Centro de Historia y Cultura Militar de Palma una extraordinaria exposición de esculturas, que recomendamos que veáis. La organización de la misma corrió a cargo del Círculo Mallorquín de Bellas Artes, siendo el comisario de la misma el también escultor y directivo de dicho Círculo, Toni de la Mata. Pues bien, en dicha exposición nos encontramos con Francisca Sampol, directora general de Interculturalidad e Igualdad del Ajuntament de Palma, que acudía invitada por De la Mata y por interés propio, ya que le gusta el Arte.

Con ella estuvimos hablando de los problemas que hay hoy en torno a la inmigración, sobre todo de lo que le cuesta al inmigrante hacerse con los papeles, entre ellos el permiso de residencia. Francisca Sampol nos dijo que están en ello, y que, sobre todo, «veo más adecuado –señaló–, estudiar la medida de proporcionarles un trabajo más que una ayuda, la mayoría de veces insuficiente, y que, además, puede llegar a excluirlos de una sociedad emprendedora, libre, moderna y humana. Confío totalmente en que el ejecutivo comandado por el alcalde, Jaime Martínez, erradicará eficazmente esta insensibilidad, herencia del anterior gobierno».

In situ, todo se ve de otro modo

Viendo su interés por conocer casos extremos en cuanto a inmigrantes, le propusimos que se viniera con nosotros a la vieja cárcel de Palma, a lo cual aceptó, lo cual nos sorprendió favorablemente, ya que no es habitual que los políticos dediquen unas horas de un fin de semana de agosto, convertidos en un ‘ciudadano a pie de calle’, para conocer el problema in situ.
A la cárcel antigua acudimos con Tófol Serra, también ‘ciudadano de a pie de calle’, que se conoce la problemática social de la zona, que ha denunciado durante años sin apenas ser escuchado, a quien presentamos a Francisca Sampol.

Como era víspera de festivo, y a mediodía, muchos de los que viven en el lugar, entre ellos dos parejas recién llegadas –uruguayos y venezolanos– estaban fuera, buscándose la vida. Pero Sampol se dio perfectamente cuenta de cómo se vive en aquel recinto, rodeado de basuras y ruinas acumuladas desde que se cerró como cárcel, que han atraído a las ratas, de las que los que viven allí se defienden con gatos.

A través de Tófol, nos reunimos donde viven –una antigua vivienda de los funcionarios– con dos inmigrantes, un letón y un búlgaro, que sin techo y sin trabajo, han tenido que irse a vivir allí. Al entrar en su vivienda, nos sorprende lo limpia que está. Las camas están hechas, lo que es cocina tiene cada cosa en su sitio, igual que el baño y el habitáculo donde guardan las garrafas con las que van a la fuente, cosa que hacen casi a diario.

Francisca Sampol toma asiento frente a ellos, que sin preámbulos le cuentan cómo lo están pasando para sobrevivir. Ella va tomando notas. «¿Reciben ayudas de Cáritas y Cruz Roja…?», pregunta . «No, nada, ninguna. Por aquí no viene nadie –responden el búlgaro y el letón–. Todo lo buscamos nosotros», a lo cual Tófol, que conoce su situación por haberles ayudado, asiente.

Gatos contra las ratas

Sobre la cama vemos cuatro gatos, más otros dos que aparecen de pronto… «Los tenemos –dice el búlgaro– para defendernos de las ratas. Y los tenemos casi todos los que vivimos aquí».
Durante la conversación, le dicen que una de las cosas que más les preocupa es la cantidad de basura que hay por todas partes. «Varias veces han pedido a Emaya que las retiren –apunta Tofol–, pero también ni caso».

De la magnitud de la basura acumulada, Francisca Sampol se da cuenta durante el recorrido que hacemos luego por el centro. Y no solo eso, sino también de lo desaprovechado que está. «¡Y tanto! –le dice Tófol–. Porque si lo limpiaran y arreglaran las partes en las que se puede vivir, como algunas de las antiguas celdas, muchos de los que no tienen casa vendrían aquí y vivirían más decentemente de como están viviendo ahora. Porque mucha gente… Incluso los políticos, se preguntan que por qué no se van a vivir a los albergues oficiales ¿Y saben por qué no lo hacen? Porque en ellos no se puede vivir, demasiada gente, entre ella alcohólicos y politoxicómanos, lo que da lugar a peleas y robos. Si los políticos hicieran lo que está haciendo usted ahora, se pasaran por esos albergues y se quedaran una noche, entenderían por qué está gente prefiera más la calle». En cuanto a las basuras, siendo el lugar, desde julio de 2013, de titularidad municipal, concretamente de Urbanisme, este tendría que mandar a Emaya a que lo limpiara. Francisca Sampol, abandonó el centro con el bloc lleno de apuntes.