Irina Ukolova, Yolidaimis Trujillo, Anastasia Bonch-Bahdanouskaya, Marga Mora y Raquel Sánchez, coleccionistas de Barbies. | P. Pellicer

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Hablar de Barbies es hablar de las muñecas más conocidas y populares de la historia. Fueron creadas en 1959 por Ruth Handler, bajo la marca Mattel, y hoy están más de actualidad que nunca. El universo rosa de la icónica muñeca se agranda con el estreno de la película del mismo nombre que protagonizan Margot Robbie y Ryan Gosling, y que arrasa en todo el mundo. Pero hay que dejar claro que Barbie, con sus más y sus menos, nunca ha pasado de moda y siempre ha estado presente en el imaginario colectivo. ¿Quién no ha conocido a esta rubia protagonista, a sus amigas, a su novio Ken y su mundo de fantasía? Lo que está logrando el éxito de la cinta es atraer a una nueva generación de amantes de este juguete, objeto de deseo de coleccionistas desde hace décadas.

Para Yolidaimis Trujillo (Cuba, 1985), esta muñeca siempre ha estado presente en su vida. Nacida en Cuba, se casó con un español, se fueron a vivir a Badajoz y hace seis años recalaron en Mallorca. Atesora una colección de más de 100 figuras, que incluye Barbies, Kens y muchos otros personajes del mundo de Mattel, algunos descatalogados, toda una joya para los amantes y eruditos, que los hay, de la muñeca. Pero no es una coleccionista cualquiera, a sus barbies les hace trajes y accesorios cosidos, tejidos a crochet o a dos agujas y bordados, con o sin pedrería. Las mima tanto como a su hija, que también está aprendiendo a amar a la muñeca.

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Lo más curioso de que Yolidaimis coleccione figuras de Mattel es que ella no tuvo una Barbie propia hasta bien mayor, simplemente porque en su país de origen no se vendía esta muñeca yanqui. «De niña jugaba con una Judy, la versión low cost de la muñeca Barbie, porque ésta en el mercado negro podía costar unos 15 dólares, y al cambio del peso cubano, suponía una fortuna», recuerda esta mujer, que, aunque no lo parezca por sus hábiles manos con el hilo, nunca ha sido costurera profesional, sino que es licenciada en Estudios Socioculturales, enfocada a la investigación social y la promoción cultural. La muñeca Judy, por supuesto, no era de muy buena calidad, la ropa estaba mal hecha y el pelo se le caía rápidamente, por eso su madre le enseñó a coser, a adecentarla y, de paso, a descubrirle un mundo nuevo lleno de posibilidades.

Tuvo en sus manos la primera Barbie un poco más mayor, era de una vecina, pero era una muñeca más comunitaria que otra cosa, ya que se prestaba entre las niñas del barrio. La primera figura original venía en un paquete de juguetes que le dieron unos turistas en el hotel en el que trabajaba por entonces, con 20 años, y que le pidieron que repartiera entre los niños que conocía. Regaló todos los juguetes excepto la Barbie, que se quedó para ella.

Por cierto, no supo que había barbies con otro color de pelo que no fuera rubio hasta que llegó a España. «Fue todo un acontecimiento». Yolidaimis confiesa que en esa época seguía cosiendo ropa para las muñecas a escondidas, quizá por vergüenza, ahora ya no le hace falta esconderse. Ni falta que hace, ahora en Mallorca tiene hasta un grupo de coleccionistas de Barbies que se reúnen de vez en cuando, y siempre vienen acompañadas por alguna de sus muñecas.

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Yolidaimis Trujillo con su Barbie ‘OOAK’, a la que le ha hecho el vestido y le ha puesto el pelo, mechón a mechón. FOTO: PERE BOTA

Entre las figuras que forman parte de la colección de Yolidaimis, una Barbie que no es de una colección específica, sino una Barbie ‘OOAK’, un término usado por coleccionistas, que significa ‘One Of A Kind’, la única que tiene en casa a la que le hizo el vestido y le ha puesto el pelo, mechón a mechón. También posee modelos descatalogados, y muy buscados, como 'Midge Happy Family', la pelirroja amiga de Barbie, que fue retirada del mercado porque los padres decían que alentaba el embarazo adolescente. La barriga se quita, va sujeta con imán, y dentro lleva un bebé y venía con la cuna y biberones.