Los equipos pintan la pista en la que juegan, comprando, además, la pintura. | Click

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Llamados por Lourdes Mir Fiol, presidenta de la Associació Esportiva i Cultural Verdi, acudimos al parque de Son Costa i Son Oliva, Sa Fertilitzadora, para conocer el estado en que se encuentra.

A decir verdad, el parque consta de dos partes: lo que digamos es zona ajardinada, con sus fuentes, paseos y bancos, todo en buen estado, y la parte deportiva, con dos pistas, una para baloncesto y otra para fútbol 7, y una zona para ping pong. Con Lourdes está Assame Ndoye, senegalés de cuna pero nacionalizado español. Observamos que en la pista de baloncesto, dos equipos disputan un partido. «El motivo del por qué le hemos llamado es para que vea el estado en que se encuentra esta zona deportiva», nos dice Lourdes, a la vez que nos invita a recorrerla.

Cinco paradas

En una primera parada, que es en la zona donde están las mesas de ping pong, de las tres que había, solo queda una en no muy buen estado. En la segunda parada, que es en una pequeña zona ajardinada a la que se accede por una estrecha puerta, observamos que la gravilla del suelo esta ocupada en gran parte por heces humanas, muy resecas algunas, señal de que llevan ahí mucho tiempo. «Está claro –señala Ndoye–. Como no hay ningún váter, la gente, si tiene una necesidad, viene aquí. O la hace en cualquier rincón, incluso en las pistas».

Tercera parada: pista de fútbol 7, o futbito. Tres cosas a tener en cuenta. Una, cuando llueve, la tierra que la rodea por dos de sus cuatro lados, al estar los desagües taponados, la inunda casi completamente. Dos: en los laterales de esta pista, donde se realizan los partidos, hay dos farolas de hierro contra las que pueden chocar los jugadores. Viéndolas, tras exclamar ¡qué barbaridad!, pensamos que debe de ser la única pista en el mundo que tiene dos farolas de hierro en el terreno de juego, contra las que los jugadores, en pleno fragor el partido, pueden golpearse y… Pues que ahí siguen.    Tres: las dos porterías están rotas. Y cuatro: sobre la tribuna de ambos campos iba un toldo. Ahora ya no hay toldo. En realidad no lo hay desde hace años, por lo cual, cuando llueve, te mojas, y cuando hace sol, te achicharras.

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Cuarta parada: pista de baloncesto. En ella están jugando un partido dos equipos, siendo la mayoría de sus jugadores dominicanos residentes en el barrio. ¿Qué pasa?, les preguntamos. «Aparte de que no hay toldos en la grada, los tableros de las canastas no son reglamentarios», nos dice uno de los jugadores, lo cual es cierto, pues son más tableros de canasta para un partido a jugar en una guardería que para equipos adultos. «Hemos pedido al Ajuntament que nos los cambie por los reglamentarios, los que miden 1,80 de ancho por 1,05 de alto. Pero ni caso». A continuación, señalando la pista, «tampoco nos la pintan, sino que la pintamos nosotros, con nuestro dinero, pagando un poco cada uno de los que jugamos. Y en cuanto a duchas y vestuarios para cambiarnos, tampoco hay… Ni de los unos ni de los otros».

Quinta parada: reunión con jóvenes del barrio que van a disputar un partido de futbito. Ndoye les dice que nos cuenten lo que pasa algunos días… «Pues pasa –dice uno de los jóvenes– que llegan pandillas de otros barrios, ocupan las instalaciones y nos provocan. Y a veces nos agreden, lo cual ocurre muy a menudo», a lo que Ndoye añade: «Esto pasa porque aquí solo hay un policía, y por falta de vigilancia, este lugar se convierte en inseguro».

Y encima, pagan el seguro

Para remate, toma la palabra Lourdes para decirnos que «nosotros –se refiere a la Asociación que preside– también pagamos el seguro de responsabilidad civil, que asciende a 170 euros». Pero, al ser este parque, como leemos a la entrada, del Ajuntament, ¿no le corresponde a este pagarlo…? «No lo sé. Lo único que sé es que nos han dicho que lo paguemos nosotros. Y lo veníamos pagando gracias a lo que recogíamos en los mercadillos solidarios que hacíamos… Que ahora a ver cómo nos las arreglamos, pues, legalmente, nos han dicho que solo podemos hacer cinco al año».

Pues así están las cosas. Ver para creer, ¿no?. Sobre todo por lo de las farolas en el terreno de juego, las canastas antirreglamentarias, cualquier rincón convertido en un váter y que una asociación tenga que pagar el seguro de responsabilidad civil. Señor Jaime Martínez, alcalde de Palma, en dos o tres semanas pasaremos otra vez por el parque para ver si se nota su mano enmendado estas irregularidades que ha heredado del anterior consistorio.