Sobre la arena de la playa del Coll transcurrió el animado ‘correfoc’ en una noche tórrida. | M. À. Cañellas

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Centenares de personas se congregaron este miércoles en la playa de es Penyó para asistir al acto central de las fiestas del Coll d’en Rabassa. Hablamos del ya tradicional correfoc que en su década larga de existencia se ha ido consolidando año tras año, atrayendo en cada edición a un público más numeroso de vecinos y visitantes. Un apabullante espectáculo de fuego, humo, pirotecnia, luz, color y tambores corrió a cargo, como en anteriores ediciones, de la colla de dimonis Kinfumfà, originaria del barrio vecino de El Molinar, junto a su batucada hermana, Kintrofà.

La velada comenzó en el Casal de Barri del Coll, donde se concentraron los festejantes para iniciar el cercavila. A partir de las ocho y media de la noche, guiados por dimonis y tambores, recorrieron juntos las calles de la barriada hasta llegar a la playa, donde los más espabilados ya habían cogido sitio con tiempo para asistir en primera fila al espectáculo. Tras una breve introducción teatralizada, se celebró sobre la arena de la playa el correfoc, titulado este año Lumen «porque se representa a una figura que emerge del mar para traer luz, iluminar el espacio, portar fuego y encender a los dimonis», explica Tolo Méndez, presidente de Kinfumfà, quien añade que a sus 30 integrantes se ha sumado en esta edición otra treintena de dimonis de una colla invitada. Del mismo modo, a los 20 percusionistas de Kintrofà hay que añadir a los miembros de otra batucada invitada.

«Esta es una de las actividades más esperadas de nuestro programa de fiestas cada año. Empezamos a hacer el correfoc hace 12 años, y al principio tenía una incidencia muy pequeña, pero ha ido creciendo y creciendo hasta el día de hoy», explica Joan Forteza, presidente de la Associació Veïnal del Coll d’en Rabassa. «Ya se ha convertido en toda una tradición. Cada año, un mes después de la verbena de Sant Joan, volvemos a reunirnos frente al mar y en torno al fuego para quemar nuestras penas, liberarnos de todo lo malo y romper con los maleficios que nos atenazan», subraya.

Durante el correfoc, en el que no se escatimó material pirotécnico, los jóvenes más osados se acercaron a bailar cerca de los dimonis, bajo una lluvia de chispas, fuego y humo. Mientras tanto, algunos bañistas seguían el espectáculo desde el agua. Este evento es uno de los momentos cumbre de las fiestas que el Coll d’en Rabassa celebra en honor a la Mare de Déu del Carme, patrona que esta barriada palmesana comparte con muchas otras localidades costeras del Mediterráneo. Las festividades arrancaron el pasado 16 de julio y se prolongarán hasta el próximo sábado 22, con numerosas actividades lúdicas, gastronómicas, deportivas, culturales e infantiles, desde un partido de fútbol a una ballada popular, un ‘escape room’, una cena a la fresca o una cata de vinos con degustación de producto local.

«Nuestras fiestas están pensadas por y para los vecinos. Aunque, por supuesto, los visitantes son bienvenidos, no pretendemos que se conviertan en una cita masificada con un enorme eco fuera del barrio», incide Forteza. «No programamos grandes acontecimientos ni actuaciones musicales de grupos de moda, sino actividades para activar la participación de los vecinos y favorecer sus lazos de hermandad. Son unas fiestas modestas, pero no por ello menos importantes», concluye.