En la confección de estas muñecas, para no llamar a la mala suerte, no pueden utilizarse agujas ni tijeras. | Pere Bergas

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Si pensamos en una muñeca de origen eslavo, pensamos en las matrioskas, o muñecas rusas, aunque no sean las únicas. Con motivo del Día de la Madre, la psicóloga Martyna Miskiewickz (1989, Polonia) imparte el próximo sábado 6 de mayo, en el restaurante Temple Natura Café de Palma, un taller para aprender a crear muñecas motanki. La ausencia de facciones puede hacer que parezcan algo tétricas a primera vista, pero cada motanka retiene en su interior las mejores intenciones.

Se cree que el origen de las motanki se remonta a miles de años, a tiempos paganos, al cultivo del lino en los pueblos eslavos orientales. Pero entonces no eran solo juguetes, sino talismanes domésticos y amuletos vinculados a la magia blanca, en los que proyectar deseos y necesidades con la esperanza de recibir el favor del destino. «Siempre me interesaron las motanki, pero la añoranza de mi hogar y el deseo de conectar con mis raíces fue lo que me impulsó a empezar a hacerlas. En especial, me interesa su valor terapéutico. Es un proceso introspectivo, son unas horas para reflexionar, ser creativo y conectar contigo mismo. Al mirar a la muñeca, miras a tu interior. Las motanki nunca pueden tener malas intenciones», explica Martyna.

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«En ocasiones las motanki son una expresión muy íntima y personal. Existen más de 200 motanki diferentes, divididas en dos categorías:las que siguen el calendario de la naturaleza y los eventos vitales, y aquellas que proyectan los deseos personales, dirigidos a uno mismo o a sus allegados. En ese caso, mucha gente prefiere no mostrarlas», dice Martyna, quien compara las motanki con el diario personal.

Sin rostro

Las muñecas poseen diferentes particularidades, aunque la más llamativa es la falta de rostro. «El fin es que las muñecas miren hacia el interior, que se focalicen en tu deseo. También se decía que, a través de los ojos, los malos espíritus podían acceder a su interior. Cuando la motanka ha cumplido su cometido se puede deshacer, guardar o incluso enterrar. También hay quien le pinta unos ojos, para que tenga su propia vida», explica Martyna, que afirma también que es habitual hacerle regalos a las motanki. «Puedes regalarle cualquier cosa, aunque es preferible que sean elementos naturales, con algún simbolismo. Hay quien introduce una semilla en la cabeza, como esperando que esa idea o deseo germine», sostiene.

Otro detalle es que no tienen ninguna costura. No pueden usarse agujas ni tijeras, «en polaco existe una expresión que te dice no afiles el destino; si cortas o agujereas la tela sobre la motanka puedes llamar a la mala suerte. Es como si cortásemos un trozo de nuestro cuerpo». Motanki viene de la palabra motaty, «significa ‘rodar’, la técnica principal que se usa para crear la muñeca. Las telas se unen y refuerzan con nudos. Pero aquí lo más importante no es que la muñeca sea bonita, sino la intención con la que la haces y que estés bien centrado en el deseo», afirma Martyna.   

Estas son solo algunas características de las motanki, que encierran muchos secretos. «Hay muchas otras reglas, pero hoy no es necesario ser tan estricto», afirma Martyna, que invita a que los interesados en el taller asistan con sus hijos para pasar un buen rato en familia.