Pila de jeans con diferentes tipos de lavado a la piedra. | R.S.

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Es la prenda estrella del armario, la que combina con todo, la más genuinamente americana... La universalización del vaquero tiene su lectura en el imaginario cultural occidental, y es que todos, desde el rudo trabajador al joven más transgresor o el engominado ejecutivo los han hecho suyos. Eterno y actual, su modelo más icónico, el Levi’s 501, celebra este 20 de mayo sus 150 años, fiel a su lema ‘hazlo en grande o regresa a casa’. Una frase que conecta con el espíritu emprendedor e inconformista yanqui.

Clásico, cómodo, democrático... cada tipo de cuerpo tiene un modelo que le calza a la perfección; y cada año los diseñadores pergeñan nuevos lavados y detalles con los que sorprender al público, conscientes de tener una ‘mina’ entre manos. Precisamente para laborar en las duras profundidades fue concebida esta resistente prenda, inventada por Levi Strauss en 1873, y convertida en el imprescindible atrezzo de la fiebre del oro californiana.

Pocos saben que el nombre ‘jean’ procede de Génova, ciudad de donde se importaba la tela para fabricarlo. Inicialmente se vendía para cubrir las carretas que circulaban por el oeste americano. De color amarronado, los primeros pantalones eran muy sencillos, anchos y con tirantes, aptos para soportar la exigencia de un trabajo que rayaba lo infrahumano. Estos modelos inspiraron a Strauss para crear el preciado 501, el blue jeans por antonomasia. «Al principio se fabricaban en color crudo, pero no tardaron en teñirlos de su característico tono azulado», explica el diseñador Sebastià Pons –ganador del Premio Onda Cero Mallorca 2023 de Diseño y Tendencias–. No tardaron en convertirse en símbolo de rebeldía y modernidad, «fue hacia los años 50, al ser adoptado por los ‘rebeldes sin causa’, aquella juventud que se rebeló contra el establishment». Aunque aquí tardaron en calar hondo, «recuerdo que cuando era pequeño mi madre estaba en contra de los tejanos, en aquella época se tenía por un pantalón ordinario».   Pero la historia le acabó dando la razón, y el vaquero impuso un cambio en el mundo de la moda, hasta el punto de que hoy es la prenda más versátil y cómoda. Yves Saint Laurent solía decir que le hubiera gustado inventarlo porque incorpora ‘la expresión, modestia, sex appeal y simplicidad’ que él buscaba en sus diseños. Algo en lo que no reparó Strauss cuando patentó el archiconocido 501, con sus bolsillos enormes,    deformados y reforzados con remaches. Este modelo se convirtió en lo más parecido a un superventas de su época, sobre el que la marca cimentó su idilio con el éxito. Un éxito que representa la quintaesencia del sueño americano, al que también ha contribuido su inquebrantable alianza con la música.

El diseñador Sebastià Pons posa en el jardín de su domicilio.

Para muchos una historia de amor, para otros una conexión natural... Una intrincada relación se enhebra entre música y moda. Y es que, cuando estas dos ramas creativas se combinan es cuando más sentido tienen. Piensen en la imagen de Elvis embutido en unos jeans que le colgaban hasta los talones, mientras su cadera se apoderaba del escenario y de millones de fans. Eran los 50, diez años más tarde unos tipos con pinta de malos hicieron de los vaqueros –y de una lengua– su seña de identidad: los Stones. En los 70, Patti Smith –y con ella todas las mujeres– se apoderó de una pieza ligada exclusivamente al universo masculino.

¿Y qué me dicen de los 80?, una década que no se entiende sin el trasero de Springsteen estampado sobre las barras y estrellas del mítico Born in the U.S.A., dando buena cuenta de que la historia de los jeans no podría explicarse sin su relación con los movimientos culturales de cada época. «Los vaqueros tienen ese rollo de rebeldía, de salirse de lo establecido». De insumisión entiende este cotizado diseñador, que confiesa haber recogido de la basura unos vaqueros de su cuñado, que era picapedrer. «Estaban rotos y los tiró; yo los recogí, los lavé y me los puse para ir a la escuela. Pero la profesora llamó a mi madre para decirle que su hijo iba con unos pantalones rotos», concluye entre risas.