«Desde el minuto cero me di cuenta del gran equipo que iba a cuidar a mi hija». | Click

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Hace unas semanas denunciábamos en esta página el mal estar existente entre los miembros del equipo de enfermería del Instituto Balear para la Salud Mental de la Infancia y la Adolescencia (IBSMIA), en Son Espases, el área infantil que atiende casos de anorexia, intento de suicidio, patologías psiquiátricas de todo tipo, etc., casos muy concretos, delicados y difíciles, que requieren una atención constante por parte de dichos miembros, que con el paso del tiempo y la experiencia adquirida, han formado el mejor equipo, lo cual ratifican tanto padres como pacientes.

El mal estar es debido a que desde las alturas, y ante la falta de personal sanitario, consciente o inconscientemente, trasladan a un miembro, o miembros, de este equipo (enfermera, auxiliar, celador, etc.) a otro departamento –cirugía, oncología, quirófanos…– para que supla una baja, con lo cual desmontan algo que está funcionando muy bien desde hace años. Sí, a cambio les envían un suplente, pero como desconoce el funcionamiento en él, hay que formarle. Y como eso ocurre a menudo… Pues por eso se quejan. Y no solo ellos, sino que se quejan también los padres y los propios pacientes, que están a favor de tan magnífico grupo y, sobre rodo, de su atención al paciente. Basta  ver la cantidad de agradecimientos que a diario reciben tanto por parte de los niños y adolescentes que atienden, como de sus padres, que colocan a la vista, en un tablón, lo cual para el equipo es un orgullo y el mejor reconocimiento al trabajo que hacen en dicho módulo.

Lina tiene una hija con anorexia, «por lo cual, al detectársela, la ingresamos en dicha unidad de Son Espases, donde, desde el minuto uno, me di cuenta del gran equipo que la iba a cuidar, que el ambiente es muy sano y que entre ellos, me refiero a los profesionales que están al frente, se llevan muy bien. Es, ¿sabe? como si fuera una familia en la que todos se integran enseguida debido al excelente trato que reciben unos con otros. De ahí que los padres que dejamos a nuestros hijos allí nos quedamos tranquilos. Porque a nosotros, en las reuniones que periódicamente mantenemos, también nos tratan muy bien. Por ello, mandar a estos profesionales a otra unidad, y que su plaza sea ocupada por otro, que seguramente no tiene ni idea de cómo funciona, no creo que sea lo más efectivo, puesto que no todo el mundo sirve para todo. Por ello, no puedes sacar a uno de donde en su trabajo rinde, para llevarlo, por ejemplo, a Oncología, donde necesitará un tiempo para adaptarse. Ni tampoco debes cambiar a gente en un lugar en que se ha de crear un vínculo. Por lo que si te llevas a unos y traes a otros, aparte de que los que llegan, al menos al principio, no están implicados, creas desconfianza entre los niños, y por supuesto, entre nosotros, los padres. Y eso lo tendrían que tener muy en cuenta. Y si no, que se asesoren con personas adecuadas…».

«Sí, entiendo que están saturados ­-prosigue-, que en España hay un problema médico. Pero no por ello puedes sacar a una persona preparada, que está funcionando, para llevártela a otro lugar, al que tendrá que adaptarse, y sustituirla por otra que tampoco está preparada, por lo que la tendrás que enseñar para que se vaya adaptando y que los pacientes se adapten a ella. En una palabra: pienso que no se puede desmantelar un equipo que funciona, entre otras cosas porque con ello desmontas el vínculo existente, gracias al cual todo va mejor. Por eso, pienso a veces que los que ordenan esos cambios, que a lo mejor, poco o nada tienen que ver con la Sanidad, no saben que ese equipo en concreto es un gran equipo, del que, repito, todos, padres y pacientes, estamos satisfechos. Y, si no, que hablen con nosotros, que nos pregunten... Que pregunten a los niños».

Para finalizar, como madre de niña con anorexia, que además sabe que su progenitora está haciendo esta entrevista, le pedimos unos consejos para padres a los que, de pronto, se les presenta ese problema en casa, que el hijo o la hija empiezan a tener síntomas. Que notas que de ser unos chicos alegres, comunicativos y con mucha vida, pasan a ser todo lo contrario, a apartarse de todo el mundo, de sus amigos sobre todo, a aislarse. O de besar y abrazar, al ‘no me toques’… Entonces te das cuenta de que tu hijo ha cambiado. O que está cambiando, y que no puedes hacer nada por evitarlo… Pero es que también te das cuenta de que ese problema requiere una solución…

«Yo les aconsejaría que, llegado este momento –dice Lina–, lo llevaran al pediatra. Nosotros lo hicimos con nuestra hija, y él, tras observarla, la envió a la unidad del IBSMIA, de Son Espases, donde quedó ingresada durante dos meses, más luego otro mes en el hospital de día. Allí encontró un ambiente sano, tanto entre los otros chicos, como entre auxiliares, enfermeras, etc., siempre muy pendientes de ellos. Completamente involucrados con ellos… Puede ocurrir que creas que ya está curado y recaiga. Eso también nos pasó a nosotros. Por ello volvimos a empezar. Seguimos una terapia de grupo, ella, en cuanto al peso, estaba controlada gracias a los controles que le hacían en dicha unidad. Está en contacto con la psicóloga y la enfermera… Y encima, todo eso en un ambiente muy sano. Por ello, insisto, no entiendo cómo a esa unidad no la tratan mejor de como lo están haciendo. Porque si funciona, ¿por qué la desmantelan?».