Khristine, Josef y Xisca, esta última voluntaria de Caputxins, ayer a medio día, en la Plaça Espanya. | Click

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Existe en Palma, desde hace unos cuatro años, la asociación denominada Proyecto Encuentro Acoge, fundada en Madrid, en 2011, y posteriormente en Barcelona y Palma, siendo sus responsables aquí Flor y Gumer. Khristine, alemana para más señas, aunque residente en la Isla desde hace años, es una de sus voluntarias. Nos puso en contacto con ella    Xisca, una de las voluntarias que atiende diariamente la cola del hambre de Caputxins, de Palma, cada vez más numerosa.

Salidas los martes

Khristine nos comenta que cada martes salen varios grupos formados por dos o tres personas,    a partir de las siete de la tarde, portando comida, prendas de vestir y zapatos, que reparten entre personas que viven en la calle en determinadas zonas de Palma. Personas que apenas disponen de medios económicos con los que subsistir. Como mucho, y no todos, tienen una paga vital que no les da para alquilar una habitación y comprar lo mínimo para vivir, por lo que han de buscarse un techo –un portal, el cajero de un banco, una casa abandonada, etc.– bajo el cual pasar la noche, a lo que hay que añadir la soledad, otro de los factores que acompañan a la mayoría.

«Salimos de noche –dice Khristine–, porque durante el día suelen andar por ahí, buscándose la vida. Por ello, dentro de nuestra misión, la de llevarles alimentos y de que combatan la soledad, tenemos otras: ayudar a muchas de esas personas a que consigan las ayudas que les dan, cosa que no todas saben, ya que hoy casi todas esas gestiones se hacen vía online y, o no tienen móvil, o si lo tienen, no saben seguir los pasos para conseguirlas. O cómo acudir a los lugares dónde les pueden facilitar cuanto precisan para que se las den. Por otra parte –añade–, estamos haciendo un llamamiento a la sociedad, y más concretamente a aquellas personas que vivan en una casa, solas, sin compañía, que les alquilen por un precio modesto, que les permitan con la paga que perciben pagar la habitación, con lo cual, además, el arrendador podrá contar con su compañía».

Una habitación digna

Con Xisca y Khristine está Josef, un holandés que hasta hace poco dormía en un rincón que se encontró cerca del SPAM, a donde llegaba en bus, y al día siguiente, también en bus, regresaba a Palma, instalándose en la zona de Sant Miquel, donde la gente le daba algo para ir tirando junto con la paga que recibe de su país. «Le ofrecieron ir a Ca l’Ardiaca, pero como tiene un pequeño perro, que se llama Migas, un ratero de Praga, con papeles, y que va a con él a todas partes, allí no le dejaban estar con él. No admiten perros. Por eso iba y venía del Coll cada día… Hasta que un día –nos dice Khristine– encontramos una persona que vivía sola, que a cambio de un dinero que acordaron ambos, le cedió una habitación de su casa, donde, desde entonces, viven, su perro y él. Y pese a que Josef habla solo alemán, holandés e inglés, y el casero solo habla castellano y catalán, se entienden a la perfección, a su manera, ya bien por signos, ya bien usando el traductor del móvil. Y tan buena es la relación entre ambos, que hasta incluso cocinan juntos. Pero lo mejor de todo es que la vida les ha cambiado a los dos. Josef y su perro tienen una habitación, y quien se la alquila gana unos euros por ello y tiene compañía. Pues bien, es lo que pretendemos hacer con otras personas que vivan solas… Por eso, si alguien está interesado, que se ponga en contacto a través del correo electrónico    proyectoencuentroacoge@ gmail.com y recibirán la información adecuada».

También pueden contactar con ellos a través de Facebook (Proyecto Encuentro Acoge) e Instagram

Zapatos y voluntarios

Khristine nos comenta que Josef, que tiene cuatro hijos, que no ve desde hace tiempo, en su país tuvo un negocio de bicicletas y que sus padres fallecieron recientemente.

«Me vine a vivir a Mallorca por cortar con mi pasado y por el clima. Porque no es lo mismo vivir en la calle, en invierno, en mi país, con nieve y bajas tempetaruras, que aquí, con sol».

Recientemente se le acusó de haber intentado robar a una persona en la Plaça Espanya, con un cuchillo, cosa que él niega. «Fue una persona quien intentó robarme, y yo, como pude,    me defendí con una navaja… Además, ¿cómo puedo yo robar a alguien yendo en silla de ruedas?».   

Por último, Khristine insiste en que necesitan, sobre todo, zapatos de hombre, «y también dinero para hacerles prótesis dentarias a algunos…¡Ah! y necesitamos voluntarios a fin de abarcar más».