Julia Otero ha obtenido numerosos premios como presentadora y directora. | Jose Irun

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Es una de las voces más escuchadas y queridas de la radio en España. Julia Otero (Monforte de Lemos 1959) comenzó a los 17 años en Radio Sabadell. «Empecé en radio cuando era menor de edad, a los 17, y solo le fui infiel cuando me fui a la televisión, pero la radio siempre ha estado ahí».

En el inicio de una nueva temporada al frente de Julia en la Onda, de Onda Cero, la periodista y su equipo viajan a Palma para emitir hoy el espacio en directo de 15 a 19 horas, desde el Palau de Congressos, con entrada gratuita hasta completar el aforo.

Arranca un nuevo curso radiofónico. ¿Habrá cambios?
– Es la decimosexta temporada. Mi filosofía es nunca dormirse y no dejarse arrollar por la comodidad y siempre explorar espacios nuevos. A pesar de que dicen que si algo funciona no hay que tocarlo, yo soy partidaria de hacer pequeños toques para que las cosas vayan adquiriendo un aire distinto. Nunca siento que una temporada es idéntica a la anterior, aunque en líneas generales lo que nos define sí que se mantiene, que es información y entretenimiento. Contar las noticias lo mejor que sepamos y podamos y sobre todo lo que pretendemos es entretener. O sea, que la gente que decida pasar la tarde con nosotros se lo pase bien.

Uno de los temas que predomina en su espacio es la política. ¿Los ciudadanos le damos la importancia que toca a la política?
– Haríamos todos bien en darle más importancia, porque nuestra vida la dirime la política y no es sólo esa actividad que vemos en el Congreso de los Diputados, que por otra parte ahí se deciden las leyes que rigen nuestra vida. Creo que el desprestigio de la política es una mala noticia, que hay que intentar prestigiarla, los primeros interesados deberían ser los propios políticos, aunque se empeñan en no hacerlo.

Para usted, ¿quién ha sido el mejor presidente del gobierno?
– Creo que todos los presidentes del Gobierno tienen una parte de luz y otra de sombra. Y ha habido cosas buenas y cosas malas en todas las presidencias. El mejor presidente es el que han escogido los ciudadanos. Algunos eran más próximos a mis principios, otros más lejanos, pero eso no importa, lo que importa es el progreso de un país.

A lo largo de su carrera ha realizado cientos de entrevistas. ¿A quién le gustaría entrevistar?
– Tenía una máxima un poco endeble que he ido reforzando con el paso de los años, que es la de no entrevistar a nadie que no quiera que le entreviste. Salvo los gobernantes, que representan a una porción de la ciudadanía y tienen la obligación de acudir a todas las entrevistas que se le planteen, ya sean cómodas o incómodas. Cosa que algunos no cumplen como Rajoy, que vino a mi programa estando en la oposición pero no siendo presidente, lo mismo que Aznar. Curioso ¿verdad?

En esta era digital en los medios, ¿de qué salud goza la radio?
– Yo bromeo con mis oyentes, y les digo que hago un podcast en directo de cuatro horas cada día. A la radio la vienen matando desde que se inventó la televisión. La salud la van definiendo los profesionales de la radio.

Ha superado un cáncer. ¿Vio en algún momento las orejas al lobo?
– Le he visto las orejas, la cola, he visto al lobo entero. El año 2021 ha sido un año durísimo, las terapias y la curación de un cáncer de colon es un pasaje durísimo en el que biológicamente uno tiene que resistir auténticas agresiones para curarse. Yo no diría nunca que he superado el cáncer. He superado el primer episodio, cada tres meses, como cualquier persona que tiene un cáncer, me revisan entera. Pero le recuerdo a usted, y a cualquier persona que nos esté leyendo, que un cáncer son cinco años. Y superado ese tiempo, tampoco tienes la certeza de que esté vencido porque hay células viajeras y alguna puede dirigirse a algún lugar para colonizarlo. Vivo y no pienso en él salvo media hora antes que me hagan un TAC.

¿Piensa en una jubilación?
– Sí, claro, por descontado, pero eso esperemos a que llegue. Desde luego dejaré yo la radio antes de que la radio me deje a mí, eso lo tengo muy claro, hay que irse con buen sabor de boca.