Mary Ann von Kappelhoff, nombre auténtico de la gran estrella del celuloide y solista consagrada Doris Day. | R.S.

TW
0

Con su auténtico nombre, Mary Ann von Kappelhoff habría tenido más probabilidades de triunfar como defensa central del Bayern de Münich que como artista. En cambio, a esta hija de emigrantes alemanes le bastó rebautizarse como Doris Day para conquistar el corazón del público y convertirse en uno de los iconos más reconocibles del Hollywood dorado. La recordamos en el año del centenario de su nacimiento.

Algunos ignoran que su carrera discográfica fue más jugosa que la cinematográfica. Cantó desde lo más banal hasta lo más sensual, mientras en el otro polo creativo, el más profundo investigador de las tinieblas, el hombre que hubiera cambiado su talento por el semblante de Cary Grant, mister Alfred Hitchcock, la enroló en uno de sus títulos más emblemáticos: El hombre que sabía demasiado. Un filme donde nuestra pizpireta protagonista, acompañada del bueno de James Stewart, se ven envueltos en una trama de espionaje que les lleva de Marrakech a Londres al oscarizado ritmo del Qué será, será. Verònica Fiol, coautora de Els cinemes de Palma (Òrbita Edicions, 2015), confiesa que aunque tiene un recuerdo más apegado «a las películas que a su carrera musical» mantiene muy viva esa canción, «de hecho me sorprendí no hace mucho cantándosela a mi hijo de tres años». Para Pau Rosselló, crítico cinematográfico de Ultima Hora, «fue relevante en los dos campos», aunque nos recuerda que Day «comenzó y acabó su carrera cantando».   

Y es que, antes de despuntar en el cine ya era una solista consagrada, aunque fueron su voz prístina y su esbelta figura, icono de castidad en el celuloide, quienes le franquearon el pasaporte a Hollywood, donde firmó comedias castas junto a Rock Hudson, James Garner, Howard Steel y el propio Cary Grant. La versatilidad fue su gran argumento, la hizo destacar tanto en papeles cómicos como dramáticos. «Su papel era muy peculiar, porque era una estrella pero no estaba tan sexualizada como otras actrices, nunca se la vendió como una bomba sexual. Le doy mucho valor a esto, a que su imagen era más parecida a la de una mujer corriente», afirma Fiol. En opinión del crítico, la actriz «abordó varios géneros cinematográficos, pero el público la recuerda como una actriz de comedia blanca».

En cuanto a su trabajos más representativos, Rosselló apunta a «El hombre que sabía demasiado, Pijama para dos y No me mandes flores», aunque a título personal se inclina por Un grito en la niebla, que subraya como «su mejor papel». Por su parte, Fiol destacaría El hombre que sabía demasiado, «quizás sea uno de los films donde mejor estuvo», puntualiza.

Sus últimos años, antes de su fallecimiento en 2019, vivió prácticamente recluida en Carmel, un hermoso núcleo costero californiano, el mismo que tuvo como alcalde a Clint Eastwood. Allí vivió feliz tras cuatro matrimonios fallidos (el primero le pegaba; el segundo la abandonó; el tercero le vació la cuenta corriente; y el último se marchó por ‘incompatibilidades’). En Carmel manejaba un pequeño hotel y se desempeñaba en la defensa de los animales con el mismo ánimo optimista que irradiaba su sonrisa en la gran pantalla.