Adri Santana, la otra mañana, cuando nos tomamos un café en el Bar Bosch.

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Por lo menos no hablábamos con ella desde antes de la pandemia. Como mucho, la seguíamos a través de las redes sociales. Así que la otra tarde la llamamos y quedamos con ella en el Bosch. Y como también algunos sabéis, su historial como cantante es largo. Adri Santana lo inició en Paysandú, Uruguay, el país que la vio nacer. Allí estudió canto, descubriendo la facilidad con la que pasaba de los agudos a los graves, «lo cual me permitía cantar todo tipo de música, fuera lírica (ópera y zarzuela), fuera moderna… Incluso fusionar lo lírico con lo moderno y lo latino, que a su vez se puede fusionar con cualquier tipo de música».

Y tras aprender, enseñó a cantar a gente menuda, «porque, ¿sabes?, mi vida es la música. Vivo casi exclusivamente para ella y de ella, hasta el punto que no la sacrifico por una pareja». Y lo dice con conocimiento de causa. Porque se casó, tuvo un hijo, al que adora, se separó y sigue soltera, sin compromiso… «Porque para mí, hoy por hoy, lo que vale es la música, gracias a la cual vivo y puedo conocer a gente maravillosa. Ahora, de eso, a sacrificarla por una pareja… Pues no. De momento, no».

Adri Santana fue la voz principal del coro de José Luis RodríguezEl Puma’.

El Puma, Manzanero, Los Bravos

Adri, que ha alcanzado una madurez plena, si echa la vista atrás verá que su camino ha sido largo, intenso, repleto de experiencias que la han mejorado en prácticamente todo. Siendo profeta en su tierra, donde no le faltó el trabajo, hizo la maleta y, gracias a su voz, viajó, cantando en lugares importantes, al lado de gente importante, como Manzanero, «con quien actué la primera vez en el Hotel Conrad, de Punta del Este (Uruguay)», o José Luis RodríguezEl Puma’, del que durante algunos años fue la voz más importante de su coro femenino, lo cual le permitió, a veces, cantar a dúo con él, y recorrer mucho mundo… «Recuerdo cómo entré a formar parte de su mundo musical –dice, refiriéndose a ‘El Puma’–. Por entonces yo cantaba en el Hotel San Rafael, de Punta del Este, donde él se hospedaba. Una noche me escuchó, le gustó mi voz y me contrató. Quince días después, tras unos pocos ensayos, estaba cantando y bailando con él».

También unió su voz a la de Manzanero.

También, Adri, fue la voz femenina de Los Bravos. «Fue una época inolvidable y llena de recuerdos. Estuve cuatro años con ellos, poniendo el toque femenino al grupo. Me lo pasé muy bien, sumando más experiencia». Adri, que como hemos dicho ha recorrido mucho mundo cantando, a veces en solitario, a veces con otros, a veces con grandes figuras, un buen día recaló en Mallorca, donde sigue, salvo las veces que tiene que viajar porque la han contratado en otro lugar. «Pero voy y vuelvo. Aquí tengo mi casa, mi hijo, mi madre… Mis amigos».

Naturalmente, y al igual que nos ha ocurrido a muchos, la COVID cambió su vida. «Sí, como todos, nos tuvimos que quedar en casa al cerrarse todo como precaución ante los posibles contagios. Y cuando pudimos salir, los músicos y cantantes, al no permitir la apertura de los lugares donde trabajamos, teatros, salas de fiesta, discotecas, etc., seguimos sin poder trabajar, teniendo que echar mano de los ahorros para poder vivir. Sí, echar mano de ese colchón que nos habíamos hecho a costa de trabajar aquí, o fuera de aquí, como en mi caso, Santo Domingo, Turquía, Alemania… Porque antes de la COVID, además de cantar en Mallorca, me salían bolos en otros países. Pero con la COVID nada fue igual. Lo digo porque hoy, los hoteles pagan poco, desde luego menos que antes. Tampoco hay los bolos de antes, y a veces cuando los hay, te mandan al otro extremo de la Isla, teniéndote que pagar tú la cena y la gasolina, que si lo descuentas de lo que te pagan por tu trabajo,    se queda en nada. Y encima has de pagar tu cuota de autónomo… Sí, han sido tiempos muy duros que nos han dejado un presente nada fácil, que a mí me recuerda cuando estuve en Argentina, cuando el ‘corralito’… El banco se quedó con mi dinero, diciéndome que me iba a pagar con una moneda llamada ‘patagón’ y bonos para comer… Así que ni me lo pensé, y me vine a Mallorca, a vivir, enrolándome con Trui».

A reinventarse toca

Tras la COVID y sus consecuencias, a Adri no le ha quedado más remedio que reinventarse. «Algunos compañeros lo han hecho cantando en la calle, otros, dedicándose a otra cosa… Yo, de momento, vivo de las fiestas privadas que organizan alemanes, suecos o mallorquines de cierto nivel económico, fiestas que suelen hacer en sus casas o en lugares que contratan para ello. También me llaman desde las denominadas ‘fechas patrias de colectividades’, como Portugal, Colombia, Perú, Brasil, etc., para que cante en ellas. Por otra parte, la música ahora funciona a través de la tecnología, es decir, Internet y redes sociales, por lo que es muy importante que vean que estás ahí. Tampoco grabas discos, sino que cuelgas canciones en la red. Para colmo, mi manager, que era mi hermano, tuvo que cambiar de profesión, por lo que me tengo que gestionar sola… Pero, bueno… Me voy defendiendo, porque a todo se tiene que acostumbrar una. Y… Pues que ando buscando un productor, que con su música haga que mis canciones suenen de modo distinto, cosa que no va a ser difícil, pues, como le he dicho, tengo una voz que cambia fácilmente de registro. Por eso me gustaría probarlo. Por eso y porque estoy convencida de que resultará. Y encima, dado lo delgada que estoy, pues me cuido mucho, mi figura acompaña. De ahí que, pese a todos los inconvenientes surgidos, me mantengo con la misma ilusión de siempre, sin olvidar también que cuando puedo me convierto en cantante solidaria, prestándome para cualquier actuación que tenga este fin». Pues mucha suerte, amiga. Seguro que todo irá bien.