Los jugadores y entrenadores a punto de iniciar la jornada de entrenamiento que terminará con un partido en el que participarán todos los jugadores. | Click

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Daniel Calderón, chileno, pero residente en Palma desde hace años, es psicólogo. Aunque tiene despacho, suele atender a quien acude a él, en busca de consejo, en el banco de un parque, en la terraza, o en el interior de un bar… Donde se encuentre más cómodo.

Pero hoy no os voy a hablar de esta faceta, sino de otra, que tiene que ver con la Psicología aplicada al fútbol. O si lo preferís, de qué modo puede actuar favorablemente para el joven el fútbol, y más si es un joven con problemas de adaptación, entre otros más graves.

Ni rebeldía, ni nada...

Para ello nos hemos desplazado hasta el campo de fútbol de Nova Cabana, donde nos aguarda con los futbolistas, unos con equipación de color verde y otros, de oscuro. Y al decir equipación nos referimos a botas, medias, camiseta y pantalón, marca Joma, equipación, además, estrenada por ellos, tras haber sido adquirida por el empresario Ángel Cortés, del restaurante El Bula y pastelería Ángel, que a diferencia de otros patrocinadores, no quiso que se pusiera el nombre de sus empresas en ellas.

Este grupo de futbolistas que pueden dar lugar a dos o tres equipos, se forma por varios motivos –nos dice Daniel, en este caso, el motivador–. En primer lugar, para que niños que no tienen posibilidad de jugar a fútbol, puedan hacerlo. En segundo, para chicos que no tienen recursos, es decir que no pueden comprarse la ropa y el calzado adecuado, puedan disponer de él. Y en tercero, para concienciar a unos y otros de que en la vida, como en el fútbol, hay que trabajar en equipo, y que en este, todos son iguales, todos tienen las mismas posibilidades, es decir, que todos pueden jugar, y que entre todos se pueden complementar. ¡Ah!, y entender que en el grupo no hay ni mejores ni peores, ni tampoco hay blancos, ni negros, ni altos, ni bajos… Por lo que, quien durante el partido llame negro, o moro, o lo que sea, a uno por el hecho de serlo, el árbitro le mostrará la tarjeta amarilla, y si reincide, la roja… Porque aquí no caben los rebeldes, ni los individualistas… Y si lo son, les haces ver que así no van a ninguna parte; que por encima de las individualidades está el equipo… «Por aquí han pasado chicos con problemas, y al trabajar en equipo, cumpliendo las normas, han cambiado». Y lo dice señalando a uno del conjunto de los verdes. «Ahí donde le ves, juega en un equipo de categoría nacional de la Isla. En dicho equipo es un jugador problemático. Discute, se enfada, va a su bola… Pues ya le ves cómo se comporta aquí».

Y sí, nos fijamos en él. Le seguimos durante minutos... Pero en ningún momento vemos rebeldía por su parte, ni individualismo por sentirse superior a los demás, sino que es uno más del grupo. «Desde que está con nosotros, es así. Ni rebeldía, ni nada. Es uno más, comparte su juego con los demás, no protesta, ni levanta los brazos, ni abronca al que no le pasa el balón cuando se lo pide… Pero sigue siendo muy bueno, lo que pasa es que ahora comparte su juego con los suyos. Y si lo hace es porque ha visto que así es mejor, incluso para él, de cómo lo hacía antes».

Buscando un campo

Vemos que Daniel cuenta con unos ayudantes que son los que organizan los entrenamientos de los chicos, además de diseñarles las tácticas a seguir, a la vez que les rectifican los errores que cometen. Vamos, que les parece como si estuvieran en un equipo de Primera División, lo cual para ellos es un aliciente más.

Y luego observamos como algunos de los padres que asisten al entrenamiento de sus hijos, seguido de partido, están encantados de cómo se comportan, no solo en el campo, sino también en casa.

En el grupo vemos que hay una chica, vestida completamente de negro. Es la árbitro. «Y como quiere serlo, en lo que se apunta para hacer el curso, aquí hace prácticas. Se lee el reglamento que luego aplica en los partidos que hacemos, y así, cuando empiece el curso, algo tendrá adelantado. ¿Que si la respetan los chicos por el hecho de ser mujer? ¡Vaya que si la respetan! Si no, tarjeta y a la calle».

¡Ah!, bueno. Como colofón de la temporada, en verano, se reúnen en un campamento, en Lluc, donde seguramente hacen balance de lo hecho y planes para el futuro, siempre aceptando que el equipo, el grupo, está por encima de cualquier individualidad.

Naturalmente, todo esto, que    se hace sin ánimo de lucro por parte de Daniel, su staff y su único patrocinador, que con este grupo de jugadores tienen puestas sus miras en formar un club que compita oficialmente en la liga que la Federación le asigne, resultaría mucho más positivo si contaran con un campo de fútbol en Palma, pues de Palma son todos los jugadores, lo que evitaría hacer desplazamientos largos, a la vez que animaría a otros jugadores a unirse al equipo y compartir esta experiencia.