Un joven montando en patinete eléctrico por un carril bici. | Pere Bota

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Ya sea por motivos ecológicos o por las cada vez mayores restricciones al tráfico rodado, muchos han optado o se están planteando abandonar el coche y pasarse a medios de transporte urbano alternativos. El patinete eléctrico se ha convertido en una de las opciones preferidas de muchos para moverse por la ciudad. Sin embargo, otros tantos se muestran reticentes a modernizarse y se decantan por alternativas más tradicionales, como la bicicleta. Para aquellos indecisos, estas son algunos detalles a tener en cuenta a la hora de elegir entre ambos medios de transporte.

  • La autonomía: el patinete eléctrico está condicionado por su batería. Una vez esta se acabe, el vehículo deja de funcionar, mientras que la bicicleta aguantará lo que las fuerza del ciclista. Si se quiere recorrer una distancia mínimamente extensa, mejor será recurrir a la bicicleta para evitar quedarnos tirados.
  • La versatilidad: el patinete es perfecto para ir por ciudad, pero si se tienen que transitar caminos poco o mal asfaltados, puede dar problemas. En cambio, la bicicleta, aunque sea urbana, muestra una mayor resistencia a distintos tipos de suelo. Por otro lado, si nos fijamos en la portabilidad, el patinete se convierte en la mejor opción, al poderse plegar y transportar mucho más fácilmente.
  • La velocidad: en términos de velocidad, ambos vehículos quedan empatados. El patinete está limitado a 25/km, mientras que las bicicletas están sujetas a la velocidad máxima de cada vía que, en ciudad, suele ser de entre 20km/h y 30km/.
  • El mantenimiento y vida útil: el precio que se está dispuesto a pagar por el mantenimiento del vehículo y cuánto esperamos que nos dure debería de ser una de las claves de nuestra elección. Por lo general, al ir propulsados por un sistema eléctrico, es probable que a la larga -en unos dos o tres años- el patinete eléctrico acabe sufriendo averías que nos hagan pasar por el mecánico. Si se lleva un buen mantenimiento, puede llegar a alcanzar entre 7 y 10 años. En cuanto a las bicis, las reparaciones suelen ser, por lo general, menos costosas y, al no depender de un sistema eléctrico, su vida útil se verá sujeta en mayor medida al buen (o mal) uso que se haga de ella.
  • El precio: este factor suele ser uno de los determinantes, aunque la ventana de precios es enorme, según sus características. En cuanto a patinetes eléctricos, los más básicos rondan los 200 euros, aunque pueden llegar hasta los 3.000. Por su parte, una bici urbana parte desde los 150 euros. Además de ello, hay que incluir el precio de la electricidad que se necesita para cargar el patinete.
  • La salud vs la comodidad: quienes quieran ejercitarse, la mejor opción, sin duda alguna, es la bicicleta. Pedalear durante una hora al día ayuda a reforzar el sistema inmunológico, fortalece las articulaciones y quema unas 500 calorías entre otros beneficios para la salud. En contraposición, si lo que se busca es una mayor comodidad en los desplazamientos, el patinete se alza como vencedor.
  • La seguridad: tanto la bicicleta como el patinete son en la vía usuarios vulnerables, propensos a sufrir impactos de otros vehículos más grandes. En Palma, de 2019 a 2020, los accidentes con patinete eléctrico se duplicaron, pasando de 94 a 143. Obligados a elegir entre ambos, cabe señalar que la bicicleta aporta mayor estabilidad y, por ende, menor riesgo de caídas para el conductor.

Además de estos aspectos, cabe tener en cuenta que los patinetes eléctricos son considerados Vehículos de Movilidad Personal o «VMP», por lo que se rigen bajo la normativa de la DGT para este tipo de vehículos. Además, cada municipio dictamina normativas específicas para regular este nuevo modelo de transporte. Por ejemplo, en el caso de Palma, los conductores han de tener un mínimo de 15 años y tienen prohibido circular por las aceras.