Alina, pintora, nacida en Transnistria, entre Moldavia y Ucrania, vive en Mallorca.

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Alina Poloboc, pintora y residente en Palma –aunque estos días está de viaje en Nueva York, que fue donde la localizamos ayer– es moldava, o más concretamente, es de Transnistria, una estrecha franja de terreno, orientada de norte a sur, entre Ucrania y Moldavia, conocida también como el país que nunca existió, donde el día menos pensado, dada la proximidad del conflicto, se pueden encontrar con los tanques rusos en sus calles. Alina sigue a diario la guerra –«algo impensable en el siglo XXI», dice–, que no pierde de vista, ya que sus padres siguen viviendo en Transnistria. «El día que estalló el conflicto estaba muy asustada y ellos mucho más… A través de una amiga moldava, llamada Natalia, mi mejor amiga –matiza–, a la que contacté por teléfono, lo dispuse todo para llevárselos con urgencia a Rumanía, pero ellos decidieron esperar. Y lo entiendo: nadie que ha vivido en un lugar durante toda su vida quiere salir de él, dejándolo todo. Por eso siguen allí, pero pendientes de lo que ocurra, es decir, que a nada que se compliquen más las cosas, Natalia los irá a buscar y se los llevará… Aparte que la conquista de Transnistria por parte de los rusos no sería difícil para ellos, pues la región no tiene ejército. O no lo tiene en condiciones para hacerles frente. Por tanto, sería un paseo militar para ellos».

Ni Putin ni Ucrania ceden

Cuando vivía en Transnistria, Alina fue sargento inferior, «por seis meses», matiza; también intentó ser política, para lo cual hizo prácticas durante dos meses en el Parlamento hasta que se dio cuenta de que la política no era lo suyo. Entonces se pasó a la tele, estando en tres de ellas, en la Publika TV, donde estudió e hizo prácticas, en Jurnal TV, donde trabajó un año, y en la Moldava Sport, donde dirigió un programa de dos horas, por lo que cobraba 220 euros al mes, de los que le quedaban 70 para vivir, tras pagar el alquiler de su apartamento, de 175. Un día decidió venirse a Mallorca, para lo que vendió su coche, y con lo que sacó, fue tirando los primeros meses. Empezó a pintar, se dio a conocer y se ganó la vida vendiendo sus cuadros. Su objetivo más inmediato es instalarse en Miami sin perder contacto con la Isla.

En Transnistria (en rojo) fue donde nació Olina.

Sus padres viven allí.

Pero eso tendrá que esperar hasta ver cómo termina este conflicto que, según nos cuenta desde la ciudad de los rascacielos, «me temo que esto va para largo. Putin tiene las ideas muy claras, por lo que no va a parar hasta conseguir su objetivo, que por otra parte nadie conoce. Ni incluso lo conocen quienes le apoyan, su gente más cercana… Aunque hay quien piensa que lo que pretende es, por una parte, conquistar una zona de Ucrania, la que es rica en agricultura, y por otra demostrar a la Comunidad Europea su poderío. Cueste lo que cueste, pues su ambición no tiene límites, ya que él ha sido formado, está preparado, para eso, cosa que, además, tiene planeada desde hace tiempo… Por otra parte, la lógica no existe con Putin. Nadie sabe lo que piensa, por ello nadie sabe tampoco cómo va a reaccionar. Por ello me temo que esto va a durar tiempo… Sí, porque Putin no cede y Ucrania tampoco. Y, como creo, Putin no va a dar marcha atrás. Y si la Comunidad Europea interviene con su fuerza, como él no va a ceder… Pues esto puede terminar en la Tercera Guerra Mundial». Alina, aparte de por su padres, teme por los ucranianos, sobre todo por los niños, las mujeres y los ancianos, que están aterrorizados. Dice que las imágenes que se ven a través de las televisiones son impactantes. «Pensábamos que lo más terrible de este siglo XXI era la pandemia y ahora, cuando está a punto de desaparecer, viene esto, para rematarlo. Y lo peor, que me temo que la situación se está tensando cada vez más».

Negreira ha estado en Menorca presentando su libro ‘Menorca 1936’, reeditado por Asociación Historia y Concordia.

«Escribo para todos»

Juan Negreira, con 14 libros    publicados, más otros dos que están a punto de ver la luz –Historia del Regimiento de Infantería, Palma 47, que ha escrito junto con Albertí Dumas y Miguel Deyá; y Amplio estudio sobre los baleares en la División Azul, de cerca de 700 páginas– ha estado anteayer y ayer en Menorca, presentando Menorca 1936, violencia, represión y muerte, libro de 698 páginas que publicó en 2013 y que ahora ha reeditado, sin ánimo de lucro, la    Asociación Histórica y Concordia de Menorca. «El miércoles lo presenté en Maó y al día siguiente, este jueves, en Ciutadella, y espero que a final de mes, en Palma, en un lugar todavía no decidido», nos dice. Negreira, que siempre ha escrito sobre las personas que intervienen en las guerras, es decir, sobre el factor humano de las mismas, sabe que su lectura tanto interesa a la izquierda como a la derecha. «¿Que aquellos dicen que no…? Bueno, una cosa es que lo digan y otra que lo hagan. O lo que es lo mismo: que me leen, seguro, otra cosa es que estén de acuerdo conmigo. Pero es que cuando escribo, escribo para todos. Yo no estoy en contra de la memoria histórica, pero me niego a entrar en la discusión de bandos. O bueno, sí, siempre y cuando esos bandos sean el de las víctimas y el de los verdugos, independientemente de la bandera que defendieron».

La represión ejercida por igual

Negreira, como hemos dicho, se considera un autor leído, lo cual le anima a seguir escribiendo por el simple hecho de contar y de disfrutar contando. Y encima escribe sin que nadie le dirija, o que le marque la pauta a seguir. «Y me reafirmo en esto, puesto que jamás he recibido la más mínima subvención, vamos, ¡ni un euro!, a diferencia de otros, que si no cobran, no escriben». Tras recomendarnos la lectura de los libros de Manuel Chaves Nogales, especialmente el de A sangre y a fuego (Héroes, bestias y mártires de España), insiste en que «la represión durante la guerra la ejercieron los dos por igual. No hubo ninguna diferencia: lo que hacía uno, lo hacía también el otro. Decir lo contrario es equivocarse, o no ser justo con la Historia».