Carlos López, Daniel Czuday y Alberto Aparicio son los voluntarios del Repair Café del casal del Puig de Sant Pere. | Pere Bergas

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Que todas las lavadoras se oxiden bajo el cajetín de detergente, que siempre se obstruya el pico de salida en las cafeteras de cápsulas o que no se vendan piezas de recambio de nuestros pequeños electrodomésticos no son hechos fortuitos. En una pequeña lucha contra la obsolescencia programada, el casal del Puig de Sant Pere acoge, cada segundo y cuarto martes de mes, sus sesiones vespertinas de Repair Café, una iniciativa internacional donde los ciudadanos pueden reparar sus aparatos con la ayuda de voluntarios especializados.

«El objetivo es evitar que se tiren las cosas a la primera. Devolver aparatos a la cadena de uso siempre es positivo», dice Carlos López, técnico de electrónica e impulsor del Repair Café en Palma, un apasionado de la reparación. Desde 2009 ha colgado más de 1.300 tutoriales en su canal de YouTube, Reparatumismo, donde cuenta con una comunidad de casi 400.000 suscriptores. «Me parece una excelente iniciativa, que persigue un cambio en la mentalidad en la gente; que perdamos el miedo a destripar los aparatos y aprendamos a cuidarlos», razona María, vecina del barrio. A causa de la pandemia, ahora el aforo a las sesiones se limita a cuatro asistentes y se debe reservar plaza.

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Los voluntarios no se limitan a reparar, sino que dan claves a los usuarios.

En pocos minutos los voluntarios pueden detectar el problema y, utilizando herramientas profesionales, ayudan al usuario a repararlo. Otras veces no basta con una sesión. Entre los objetos más comunes se encuentran las cafeteras, lámparas, panificadoras o aparatos pequeños a los que les falla el portapilas. «No vengo tanto por el ahorro como por la filosofía del proyecto; me cansa ver cómo se genera tanta basura electrónica», expresa Arturo, que ya ha llevado a reparar un microondas, un irrigador dental y en la última sesión trató de arreglar su robot aspirador.