Imagen de Federico Romero Ossa. | Click

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Federico Romero Ossa nació en Eivissa hace 45 años, pero vive es Palma desde hace mucho tiempo.
Es esquizofrénico, «lo que me produce trastorno de personalidad. No recuerdo cuándo me lo diagnosticaron, pero fue hace mucho». Durante la conversación, Federico permanece de pie, con la mirada fija en nosotros. Se explica muy bien, habla con mucha corrección tratando de explicar el largo proceso que está pasando, en el que tuvo momentos duros. «Pensando que me podía ayudar a quitarme la esquizofrenia, comencé a tomar drogas. Pero en vez de mejorar, empeoraba. Las drogas hacían que me sintiera peor. Desde luego, mi estado nada tenía que ver con el de una persona normal, lo cual se reflejaba en casa, en la mala relación que tenía con mis padres y hermanos, y más cuando la dependencia con las drogas se hacía mayor… Llegó un momento en que la situación se hizo tan insostenible, todo por mi forma de comportarme, que el juez dictó orden de alejamiento de mi madre, orden que me salté, por lo cual entré en prisión: seis meses en Eivissa y cuatro en Alicante. Cuando salí, tras una convivencia con otros presos de la que sobreviví, regresé a Eivissa, donde seguí encontrándome mal hasta que dejé las drogas. Fue un proceso que llevó su tiempo, pero cuando lo conseguí, todo fue a mejor. Me ingresaron en Can Misses durante cuatro meses para seguir un tratamiento, más otros cinco que estuve en subagudos del Psiquiátrico de Palma, a donde me vino a buscar el Grec, con los que llevo ya cinco años. Sí, tengo que reconocer que ellos, el Grec, me han salvado la vida. Ahora vivo sin problemas en un piso tutelado con otras personas que padecen algún tipo de trastorno mental. Ah, y con mis padres y hermanos, me llevo muy bien».

La del Grec, una gran labor

El día que le conocimos estaba con un grupo del Grec realizando una visita a un centro cultural, acompañados por Neus Farres Farré, fotógrafo profesional e integradora social de dicha institución, quien nos explicó que «salimos a la calle en grupo. Todo ello dentro del programa de Servei Públic Concertat de la Conselleria d’Afers Socials, Direcció General Atenció a la Dependència del Govern balear y gestionado por la entidad Grec. Hoy estamos aquí, como podemos estar en una exposición de arte, o en la radio, a la que acudimos periódicamente, en la que ellos hablan de sus cosas con la intención de dar visibilidad a problemas y diagnósticos de salud mental. Como se puede apreciar, el comportamiento de todos es ejemplar, no ocasionando ningún problema, sino por el contrario, tratando de integrarse en una sociedad que hasta no hace mucho no se lo ponía fácil».

Cada vez menos rechazo social

Federico, que permanece en silencio al lado de Neus, pero que escucha atentamente lo que nos dice, asiente. «Porque si hay problemas –añade– acudimos al educador… Por otra parte, nos estamos dando cuenta durante este tiempo de que si antes sentíamos, sentía –matiza–, el rechazo por parte, digamos, de la gente normal, ahora nos damos cuenta de que hay gente buena, que nos acoge, que nos ve bien…» «Aparte de visitas –añade Neus–, hacemos también talleres de fotografía, radio, redes sociales, cerámica, huerto… También excursiones… Y todo sin ningún problema».

En un aparte, Federico nos cuenta que tiene pareja, «también esquizofrénica, como yo. La conocí en el centro de día, hace de ello dos años. Y aunque vivimos en sitios diferentes, nos vemos cada día, y a menudo hablamos de lo nuestro, lo cual es para nosotros de gran ayuda… Y en cuanto a lo demás en el día a día, pues la verdad es que necesitamos gente a nuestro lado con mucha paciencia, que no tenga prisas. Personas que si ven que nos caemos, nos ayudan a levantarnos, que nos dan ánimos… Porque, aparte de eso, y pese a nuestros problemas psíquicos, que bien tratados, como los tratamos, somos personas como otras. Porque salimos, paseamos, nos divertimos, bailamos…».

A medida que nos va hablando, se va abriendo. No cambia el tono, ni la forma de hablar, pero se le ve más comunicativo. «Es que soy un activista de la enfermedad... Por tanto, pienso que hay que ir abriendo puertas, que hay que hacer entender a la gente que la gente con una enfermedad mental tiene muchas cualidades, que no somos nada peligrosos como el cine, a veces, nos ha hecho parecer, lo cual ha perjudicado mucho la imagen del esquizofrénico en general».

Ni drogas, ni alcohol

Por la facilidad con la que se expresa, y la claridad con la que habla, nadie diría que es esquizofrénico. «Pero lo soy… –no tiene inconveniente en reconocerlo, y a su modo, explicarlo–. Tengo la impresión de que dentro de mi coco hay otro coco, que no es real, pero que a veces me emparanoia, o que pretende hacerlo… Paranoias, ¡qué se yo…! Pues que alguien me quiere pegar, o insultar, o que me mira mal… Lo que puede llegar a producirte toques de pánico, fobia, ansiedad… Nuestro cerebro –sigue– tiene una parte positiva y otra negativa, pero como vivimos en una sociedad enferma, esta hace que te funcione esa parte negativa… Que nosotros procuramos frenar a base de las terapias que hacemos, porque, pese a todo, somos como los demás».

Tras la experiencia vivida con la droga, tiene muy claro, y como él todos, que con ellas, y entre ellas el alcohol, «te intimidan hasta el punto de que te convierten en otro que nada tiene que ver contigo, cosa que a mí me pasó cuando las consumí. Por eso, ni drogas, ni alcohol».