Annemette Sloth, directora de Nivia Born Boutique Hotel. | Teresa Ayuga

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El estilo, la sensualidad y el glamour que destilaba la serie Mad Men se están convirtiendo en un pilar de la cultura popular. Las tendencias cálidas y elegantes que envolvían a los chicos de la Avenida Madison inspiran el diseño del Nivia Born Hotel Boutique, incrustado en el corazón de Ciutat, un lugar que fascinará a los modernos Don Draper. Así que dígale a Joan que no le pase llamadas y disfrute de su estancia. Y, con todo, este es un lugar pensado desde una filosofía y sensibilidad femenina. En esa dualidad, y en un montón de cosas más, reside el encanto de este lugar que vale la pena tener en el radar.

Nacido sobre las cenizas de las antiguas oficinas de Iberia, un edificio emblemático y rompedor, «con las paredes llenas de mapas y donde se podía respirar esa atmósfera viajera que hemos querido llevar al diseño», explica Blanca Rosselló, del Taller RMA, el estudio de decoración e interiorismo que ha transformado Nivia Born Hotel Boutique en un delicioso viaje al pasado. La estética ‘Pan Am’ –la mítica aerolínea internacional– impregna cada esquina de este oasis de paz abrazado por el ritmo acelerado de la urbe. Rosselló y su compañera Itziar Maresca combinan esa pátina vintage con las frondosas tonalidades adyacentes. «Queríamos traer el Born, el boulevard vegetal de Palma, con sus sombras y sus luces, a la calle Paraires», matiza Rosselló. Por eso el verde ondea tanto en las habitaciones como en las elegantes escaleras que comunican las plantas, y que en un singular arabesco con espejos confieren una mayor sensación de amplitud.

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El glamour de los antiguos viajeros, gente inquieta y cosmopolita, luce no solo en las zonas comunes, también se viste. Concretamente en los uniformes con el azul corporativo de Pan Am que luce el personal. Lo cual no hace sino redondear la sensación de sofisticación y calidez, exenta de snobismo, del hotel. Subrayando su renuncia a la pomposidad de otros establecimientos de su mismo rango, el Nivia Born es más bien «un lugar donde queremos que el cliente se sienta arropado, que esté como en casa, en familia», explica con una sonrisa que ilumina la estancia Annemette Sloth, directora del hotel. Quien, antes de despedirnos, nos muestra uno de los secretos del edificio, una terraza que «ofrece una visión muy realista de Palma, con su catedral, los tejados y, al fondo, el mar».

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