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Desde que modelos, influencers o colaboradoras de programas de televisión crean sus propias líneas de perfumes, joyas o bañadores, y famosos como Brad Pitt, Cindy Crawford o Sofía Vergara diseñan muebles y objetos de decoración, los verdaderos diseñadores de interiores dejan que les publiciten sus obras que han nacido de la supuesta inspiración del personaje de moda. El diseño de interior ha estado siempre ligado a la arquitectura y la escultura. Cuando las piezas son exclusivas, con función estética o social, hablamos de arte.

Hoy les presentamos a cuatro artistas de la Isla que, además de mostrar sus obras –esculturas y lienzos– en espacios expositivos, también se han sentido tentados a dejar su impronta en objetos funcionales. Casi por inercia, estos artistas han llegado hasta los hogares de sus clientes ante la demanda del consumidor que desea tener una pieza única.

ANTONIO SERÓN. Sus barandillas ‘orgánicas’ decoran casas particulares y hoteles. A la derecha, las patas forjadas con arte para un banquillo de músico, y una de sus barandillas.

Arte con la fragua

Este es el caso de Antonio Serón. Comenzó a trabajar a los dieciocho años como herrero forjador realizando trabajos industriales. «Estaba de moda el estilo orgánico, tanto en barandillas como en lámparas o mesas de jardín. Ahora prima el minimalismo de líneas rectas y las luces empotradas, pero nunca he dejado de crear piezas a mano y forjadas. Con la fragua comencé a crear formas y hacer esculturas». Discotecas de Marbella, Puerto Banús y Palma le pidieron vistosas pérgolas. Sus esculturas se han expuesto en Mallorca, Barcelona o en Macao (China). Sus trabajos los han requerido interioristas de la cadena Riu, para sus hoteles en Cabo Verde. Ahora, Serón crea barandillas ‘de autor’, pasamanos, pérgolas de jardín, mesas y taburetes. Es un referente en el trabajo escultórico funcional. «Mi estilo es orgánico, con formas que parece que se dejan mecer por el viento».

JULIA FISHER. La artista configura creaciones únicas de luz para poner en escena un espacio. Su propuesta incluye un estudio del lugar y la presentación de diseños que ofrezcan el efecto deseado en ese emplazamiento. Fotos: Bendgens

Lámparas personalizadas

Julia Fisher es alemana y hace 25 años que vive en Mallorca. Sus lámparas son obras de arte. Elabora piezas únicas y el cliente participa en el proceso de creación. «Me cautiva hacer de lo cotidiano algo especial. Trabajo con papel y configuro creaciones únicas de luz y lámparas personalizadas. He realizado piezas con exámenes de alumnos para un profesor. Un empresario me pidió una lámpara con el balance del fructífero año anterior. Pensaba que le traería suerte. Cuento con la creatividad del cliente». Cada lámpara está hecha para una estancia en concreto. «El arte no es un adorno, es la expresión de una forma de entender la vida».

LOURDES CRESPÍ. Destaca su uso del color intenso llevado a mobiliario y objetos de decoración. Crea puntos de luz como sus ‘nidos luminosos’, la guitarra o las bombillas con motivos marinos. Fotos: Christian Ponce

Impulso creativo

Los objetos que crea Lourdes Crespí son de gran variedad funcional y estética y surgen de un impulso creativo. Licenciada en Bellas Artes por la Universidad de Barcelona, dibujante de material arqueológico, con estudios de monotipia, es conocida por su personal visión del paisaje marino y su interpretación, por el uso del color y textura. Mientras su obra estaba expuesta en el Museu de Sóller o en Can Gelabert, decoraba su casa con motivos marinos que fueron requeridos por sus seguidores. «Hice lámparas, y con los listones de un barril de vino hice un cabezal de cama. Gustó mucho la idea y llevé la pintura a objetos funcionales». Crespí colaboró en un proyecto de ‘aprendizaje’, en Tenerife, con decoradores de toda España. Caladora en mano, sus estrellas de mar dan vida a simpáticas mesas. «Los muebles nos hablan y mis clientes adoran darles una nueva vida». Sobre todo si es con la mirada de Lourdes Crespí. Arte en un mueble.

Enrique Razquin, artista reconocido por su técnica y persona con gran sentido del humor, supo lidiar la desazón del confinamiento con grandes dosis de ironía. «Me evadía rescatando muebles de mi trastero y decorándolos con logos publicitarios transmutados». Razquin comenzó a trabajar a los 16 años con el rotulista Vicente Vila. Se especializó en aerografía y serigrafía y trabajó en cartelería de cine. Su pintura es vanguardista y se inclina por el pop art. Sus muebles son exclusivos e idóneos para sumergirse en estancias decoradas al estilo industrial o en espacios luminosos y coloridos. «El humor reflejado en espacios cotidianos levanta el ánimo». Cada mueble es único.

Logos publicitarios, motivos marinos, piezas etéreas o forja artística son cuatro propuestas de autor para una decoración inimitable, con exclusividad e impronta de artista. Decorar con personalidad es escoger al artista adecuado.

ENRIQUE RAZQUIN. Es un artista reconocido por su pintura vanguardista, pop art y sus coloridos temas urbanos. Sus muebles se tiñen de la historia de los anuncios con un guiño humorístico.