Hace unos años, a causa de su excesivo peso, tuvo que utilizar una silla motorizada para desplazarse. | Click

TW
5

Bernat Morro ha fallecido. Fue hace unos días. La triste noticia nos la dan personas que trabajan en el Mercat de l’Olivar, donde él vendía lotería. Y quien más detalles nos facilita sobre su muerte fue Tolo, vendedor del cupón de la ONCE.

Bernat fue un hombre con no mucha suerte en esta vida, en lo cual, sin duda, contribuyó su peso específico –casi 180 kilos llegó a pesar en una ocasión–, que influyó notablemente en su movilidad, lo que hizo que durante una temporada tuviera que hacer uso de una silla motorizada para sus desplazamientos.

Una buena persona

También, a causa de su obesidad, estuvo varias veces ingresado. Pese a todo, seguía luchando por levantar cabeza. En una ocasión llegó incluso a pedir limosna, sentado en la puerta de un supermercado de la avenida Argentina. «Me lo tomo como un trabajo… Porque si no encuentro empleo, pues para según cual sea no tengo capacidad, ¿qué puedo hacer, si no, que ‘trabajar’ aquí?».

Como hemos dicho, desde hacía unos años vendía lotería en el Mercat de l’Olivar. Incluso en una ocasión le vendió un número a la reina Sofía. Fue cuando con su nuera, la reina Letizia, y sus nietas, Leonor y Sofía, fueron al mercado. Fue el verano que siguió a la primavera en que se produjo el altercado entre ambas reinas a la salida de la Misa de Domingo de Gloria, celebrada en la Seu de Mallorca, y que tanto dio que hablar.

Parecía que todo iba bien hasta hace unos meses… Hasta que un día, en que Bernat, que estaba tan tranquilo tratando de repartir fortuna desde donde siempre, en la puerta de la pescadería entrando por la zona de frutería, embutidos, etc., se sintió repentinamente mal, desvaneciéndose. En lo que llegaba la ambulancia, fue atendido por el encargado de seguridad y Tolo, su colega, que, según nos contó, algo sabía de reanimación por haber trabajado en Cruz Roja.

Afortunadamente, Bernat se recuperó, y a las pocas semanas volvió a estar de nuevo al pie del cañón… Aunque no por mucho tiempo, pues tuvo que quedarse en casa, haciendo reposo, hasta que de nuevo fue ingresado en el hospital. Hace unos días, al ir a ducharse, resbaló –o tropezó–, y se golpeó en la cabeza.

No se levantó nunca más.

En los últimos meses habíamos hablado con Bernat dos veces, en diciembre, cuando fuimos a comprarle el número de Navidad, «porque este año, ¡seguro!, voy a dar el Gordo», nos dijo; y hace unas semanas, antes de quedarse en casa, en que le vimos bien, tanto que nos aseguró que se había recuperado, incluso que había perdido peso, «pero debo perder algunos kilos más», dijo poniéndose de perfil.

Bernat, que como hemos dicho fue una buena persona que no tuvo mucha suerte en la vida, tampoco la tuvo en el amor. Hace años, una novia que tenía se marchó sin decirle que se iba, y otra, que conoció recientemente a través de Internet, chateando, le dijo que vendría a Palma, a estar con él, pero nunca vino… A todo esto, Bernat también escribía poesías que quería publicar en un libro siempre y cuando encontrara un editor. Poesía que giraba en torno al amor y a la vida. O a cómo él veía la vida. Pero tampoco le dio tiempo.

Descansa en paz, amigo. Imagino que te habrás ya reunido con tu hermano, quien adelantó el viaje hace años.

Bernat en su puesto de trabajo: en la puerta de la pescadería del Mercat de l’Olivar, de Palma.