El ‘Alfa Nero’ es uno de los megayates más famosos. Pertenece al magnate ruso Andrei G. Guriev. | Gabriel Alomar

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La pandemia ha afectado a todos los ámbitos de la vida social. En el mar, los grandes buques de crucero han dejado de navegar, salvo contadas excepciones. Y ¿qué ha sido de los más ostentosos yates? Los más grandes, amarrados, y muchos otros repartidos alrededor del mundo. Durante el pasado año su presencia en la bahía de Palma ha sido anecdótica. El Pacific, propiedad del empresario y corredor de arte ruso Leonid Mikhelson, quedó retenido durante meses en el Club de Mar, con el cierre del puerto durante el confinamiento.

Más tarde, en septiembre, brindó una breve escala en la misma marina el Yasmine of the Sea, de la familia real catarí, para más inri con varios tripulantes afectados por el virus. Y a la vez realizó una visita el Venus, propiedad de Laurene Powell, viuda de Steve Jobs, cuya presencia, habitual desde hace unos años cada verano, fue otra excepción.

Desde entonces solamente se han registrado visitas de mantenimiento, con la excepción del Serene, del príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohammed Bin Salman, que realizó una fugaz escala en la bahía de Palma en enero.

El ‘Norge’, histórico yate de la familia real de Noruega.

Haciendo un repaso a la ubicación de los yates, hasta antes de la pandemia habituales especialmente durante los meses de julio y agosto, nos encontramos con que, por poner unos ejemplos, la mayoría permanecen inactivos. Algunos de ellos en puertos de la Península. Así, el mayor del mundo, el Azzam, de 180 metros, y propiedad del presidente de los Emiratos Árabes, está en Cádiz desde octubre. El Dilbar ha permanecido en Cerdeña durante meses y ahora se encuentra en Mónaco. El Rising Sun está en St. Thomas, Islas Vírgenes, desde octubre; el estilizado Yas, en Hamburgo, desde hace más de un año; Katara y Al Lusail, en Tarragona desde hace un año; Ocean Victory, en La Ciotat (Francia) desde septiembre; Octopus, en Málaga desde octubre; el Palladium, en Barcelona desde junio; el Topaz, ahora A+, en puerto desconocido. Algunos, como el Alfa Nero, han seguido navegando en verano por el Mediterráneo.

Otros antaño habituales de Palma, donde establecieron sus bases durante largas temporadas, como el Al Mirqab, se encuentra en Florida, donde llegó en enero procedente del Mediterráneo, tras visitar Grecia. Y el Lady Moura está en Alicante desde octubre. El Norge, clásico yate real de Noruega y asiduo de Portopí, permanece amarrado en Oslo. Entre los megayates de vela, los hay atracados, como el Maltese Falcon, en Mónaco desde noviembre, o en activo, como el Black Pearl. Entre estas excepciones, y que han continuado navegando, destaca el vanguardista Sailing Yacht A, de 142 metros, que llegó a Cartagena el pasado día 1 de febrero procedente de Montenegro. Es previsible que, por razones de seguridad sanitaria, estas lujosas embarcaciones privadas no volverán a Mallorca, al menos con la frecuencia registrada en los últimos tiempos.

El ‘Yas’, con sus 141 metros, pertenece a Hamdan bin Zayed, de los Emiratos Árabes.

Lejos de la Isla

Durante los últimos años, los grandes puertos y marinas deportivas como el Club de Mar, Puerto Portals o Port Adriano, registraban a lo largo de toda la temporada, y especialmente en verano, un espectacular desfile de megayates, propiedad de grandes magnates, en su mayoría árabes, rusos o estadounidenses. La pandemia también ha afectado su presencia en Mallorca, salvo para reparaciones o someterse a servicios de mantenimiento en Astilleros de Mallorca o STP Shipyard Palma. La mayoría permanecen en su puerto base y no navegan desde la pasada primavera.

El ‘Palladium’, de 95 metros, ha sido habitual en el Club de Mar durante los últimos años.