La lucha diaria del sector de la restauración ante las restricciones. | Julián Aguirre

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Desde su apertura en el año 1700, la emblemática chocolatería Ca’n Joan de s’Aigo siempre ha contado con una fiel clientela. La empresa fue fundada a principios del siglo XVIII por Juan Martorell Pol, conocido por Joan de s’Aigo porque en invierno se dedicaba a reclutar hombres para que le acompañaran a la Serra a recoger nieve y guardarla en las llamadas cases de sa neu.

El negocio está regentado en la actualidad por la familia Vich Martorell. De sus tres locales de Palma mantiene abiertos dos, con pedidos para llevar: el del Carrer del Sindicat, 74 (abierto en 2018) y el del Carrer del Baró Santa Maria del Sepulcre, 5 (abierto en 1999). El histórico local de Carrer de Can Sanç permanece cerrado.

Las ensaimadas, cuartos, chocolate y helado de almendra son sus productos estrella a los que se les puede añadir un amplia variedad de bollería y cocas saladas elaboradas en su obrador con las recetas más tradicionales.

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Ca’n Joan de s’Aigo ofrece todos sus productos para llevar de lunes a domingo, con un horario ininterrumpido de 8.30 a 20 horas. Su gerente, Pedro Massanet, asegura que «la respuesta de los clientes desde el primer momento del cierre decretado por el Govern es fantástica, por eso mantenemos abierto. Ellos son lo primero, porque el coste de abrir es superior a los ingresos». La empresa ha pasado de 48 empleados a 15 con la aplicación de un ERTE.

En el local de Baró de Santa Maria del Sepulcre, que destaca por su decoración barroca, se encuentra Emilio Núñez, un camarero muy conocido por la fiel clientela de Ca’n Joan de s’Aigo. «Muchos clientes me dicen que se alegran de que estemos abiertos y nos llaman para hacer reservas de pedidos para poder disfrutarlos en casa, en compañía de la familia».

Diferentes generaciones comparten el placer de disfrutar de los productos de Ca’n Joan de s’Aigo, que se adapta a los tiempos y circunstancias manteniendo sus tradicionales recetas, ahora para llevar a casa.