Un estudio de Gifes alerta sobre la imitación del cine X violento, mientras sexólogos y psicólogos constatan falta de deseo, gatillazos y traumas en jóvenes. | Archivo

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Una pareja de dieciséis años busca un chico de su edad para montar un trío y así animar su relación. Vouyerismo, VIH, embarazos adolescentes, móviles y asesinatos. Estos son los ingredientes de Élite, la serie de Netflix que, según sus guionistas, reproduce la inquietante vida sexual de los adolescentes. Pero, ¿realmente son así?

Estudios al respecto y expertos advierten: las redes sociales y la pornografía son la fuente de información y educación de los chicos baleares. De hecho, terapeutas consultados señalan que ya hay veinteañeros que acuden a terapia por problemas de erección, eyaculación precoz, adicción a un porno que se vuelve más violento. Ellos imitan y ellas se sienten mal después de mantener relaciones. Y un dato más que preocupante: «Hay niños de ocho, nueve, diez años que ya experimentan las redes sociales y tienen acceso a contenido erótico», dice Ángela Gual de Torrella, psicóloga clínica.

Nuevos hábitos

¿Qué ha cambiado respecto a una generación anterior? «Los niños de hoy tienen menos límites, no están acostumbrados a la frustración, ya que se les da todo lo que quieren y si esto lo trasladamos al campo del sexo, es una bomba explosiva: sin límites ni control podría haber repercusiones complicadas», advierte Gual de Torrella. ¿Explican estos condicionantes la actuación de La Manada? Parece que hay combustibles que alimentan este perfil: «Una educación con falta de límites, ninguna tolerancia a la frustración, falta de autocontrol, consumo de pornografía violenta… Es un perfil más dominante», señala la psicóloga.

La educación basada en el porno lleva a la consulta a «jóvenes de 20 a 30 años que tienen disfunciones en la erección o en el deseo, ya que necesitan del porno para conseguir la excitación. Mientras tanto, he tenido casos de chicas jóvenes que vienen a consulta traumatizadas después de mantener relaciones sexuales» inspiradas en estas películas. Eso sí, Gual de Torrella es tajante: «No a todos los hombres ni personas les gusta este comportamiento. Y por otro lado, una cosa es la fantasía y otra, llevarlo a la realidad».

El sexo preocupa a los padres y ocupa a los jóvenes. El Anuari de la Joventut 2018 del Grupo de Investigación y Formación Educativa y Social (Gifes) pone de relieve una preocupante tendencia: a falta de información sexual, los jóvenes de las Islas, como en el resto de España, recurren a Internet y a la pornografía como fuentes de conocimiento. El problema es que el porno de nueva generación es más violento y después reproducen estos comportamientos con sus parejas.

El Anuari desgrana las cifras del consumo de porno entre adolescentes en el estudio ‘Nueva pornografía y cambios en las relaciones interpersonales: Baleares contra España’, llevado a cabo por Lluís Ballester, Carmen Orte, Rosario Pozo y la Red Jóvenes e Inclusión. Las edades de inicio del consumo de pornografía son muy reducidas (8 años). La familiaridad con las pantallas y con las búsquedas en Internet ha facilitado esta situación.

En las páginas del informe de Gifes se señala que «sabemos que los impactos de la pornografía son mucho más importantes en los hombres que en las mujeres, tanto por la frecuencia de uso como por los efectos buscados (masturbación) o por las consecuencias posteriores sobre las relaciones interpersonales. También se ha podido comprobar cómo el consumo de pornografía produce impactos destacados sobre la imagen de los hombres y las mujeres, así como el aumento de la vulnerabilidad en las prácticas no normativas o de riesgo (prostitución)».

En las filmaciones que pueden contemplar los adolescentes, entre otros rasgos, hay presencia de violencia abierta: estrangulamiento, golpes fuertes en diversas partes del cuerpo y otras modalidades de violencia que se han popularizado.

Tal es así que la exactriz porno Traci Lords, que mantuvo su carrera en los años 80, confesaba en El País que «el sexo on line es muy violento. He dejado de ver porno».

Sexo afectivo

Este consumo de porno tiene sus consecuencias y ya están llegando a las consultas médicas chicos y chicas con serios problemas. Y recién estrenada la veintena. El director de Clínica Capistrano, el doctor José María Vázquez Roel, señala al respecto que «cuanta más oferta hay, más demanda se genera. Jamás ha habido más oferta accesible a la pornografía». Una oferta que se caracteriza ahora por su violencia. Y Vázquez Roel advierte: «En cinco o diez años empezarán a eclosionar las patologías». Y es que el sexo «es una droga muy potente, salvo que esté vinculado a la afectividad».

Daniel, Elena y Marina tienen 17 años y son estudiantes de diferentes institutos de Palma. Ellos relatan en primera persona cómo viven la sexualidad y su aprendizaje: «Al ver porno y no tener más información, hay gente que se cree que esto es real. La información es súper importante», recalca María. Y esa información la han obtenido de amigos o de algún adulto en quien confían, pero también en Internet... «Hay vídeos que fomentan la violación mientras la chica está dormida», se queja Elena. Ella y Marina cuentan cómo se han sentido acosadas o alguna de sus amigas ha oído de algún grupo de chicos «que somos la Nueva Manada. Dicen que es de broma, pero te asusta...». «

La educación sexual nos viene bien a todos. No queremos que sea tabú. La gente no sabe qué es violación», dicen las chicas. Elena advierte que, además, no debe basarse sólo en parejas heterosexuales: «Hay diferentes tipos de personas, somos más plurales. En las charlas sólo se habla de relaciones heterosexuales».

La buena educación

Con el objetivo de revertir esta situación en las aulas, hay un equipo de enfermeras sexólogas en el departamento de Coordinació de la Sida i Sexualitat, dentro de la Direcció de Salut Pública i Participació. Antonia Maria Tomás, Margalida Ordinas y Maria Gloria Jaume han diseñado Amb tots els sentits, el programa de educación afectiva y sexual en la adolescencia en centros de Secundaria de las Islas. «Arrancó en el curso 2017-2018 y se aplicó en 60 institutos. Cuando un centro tiene interés, se lo explicamos a los profesores para que luego transmitan los conocimientos a sus alumnos», explican. «Ahora mismo los adolescentes están en un mundo con mucha información que no criban. No tienen madurez para asimilarlo. Hay niños de 12 años que queman etapas, parece que tengan 17 años», dicen las sexólogas.

Y ellas también inciden en la mismas tesis: «Algunos jóvenes usan el porno como educación sexual. Entienden que la relación debe ser agresiva y cosifican los cuerpos. Pero las que más padecen son las chicas. Ellas están violentadas y ellos no entienden por qué no les gusta», dicen Tomás, Ordinas y Jaume.

«Tengo fe y creo que las nuevas generaciones serán más conscientes. Habrá un punto medio entre las generaciones reprimidas y aquellas que son más permisivas», concluye Ángela Gual de Torrella.