Comprar una vivienda, salir de terrazas o comprar en el mercado es una proeza. | Jaume Morey

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Las promesas electorales arrecian como si estuviésemos en pleno monzón y muchos tienen un claro objetivo. La palabra ‘clase media’ inunda los discursos. Pero, ¿qué es clase media? En los 60 se identificaba con la familia que accedía a un 600, pagaba las letras del piso y se iba de vacaciones. Tras el azote de la Gran Recesión, este segmento de la población se ha tambaleado y ha mutado. Si antes el mileurismo era una broma, ahora es una aspiración. Y sufre como nunca. Curiosamente, todo el mundo quiere pertenecer a ella: tanto los más desfavorecidos como las capas más desahogadas. La subida del IRPF que anunció el presidente Pedro Sánchez a los que cobraban más de 130.000 euros suscitó críticas.

«El concepto clase media, en términos mediáticos se extiende a la mayoría de la población. Cuando se les pide a las personas de qué clase son, pertenecer a la clase alta o baja es estigmatizante», dice Maria Antònia Carbonero, doctora en Geografía y Sociología. En la década de los 80 y 90, «se había extendido la idea de la igualdad de oportunidades y ahora las clases sociales se han invisibilizado». Carbonero señala que «la movilidad social se ha reducido entre generaciones antes de la crisis, durante la misma y después». La socióloga señala que en los 70 y 80 hubo posibilidades de ascenso social, pero ahora «estudiar en la universidad no garantiza esa mejora», donde gozan de más ventaja aquellos que tienen más capital social. «Hay un estancamiento social cuando las condiciones laborales se han precarizado y crecen los trabajadores pobres», dice. El corte generacional, y de género, es una realidad.

Pobres con trabajo

La socióloga advierte que «han empeorado las condiciones de la clase media y en Baleares se nota aún más la diferencia. A veces el trabajo no da suficiente para vivir». Si se salió de la crisis del 2008 «fue a través de políticas de ajuste con recortes neoliberales». Ahora ya no aspira a la casa en propiedad: «Vive en un piso de alquiler y si tiene coche, opta por el renting». Eso sí, los inmobiliarios dicen que las clases medias del norte de Europa compran casas de hasta un millón de euros. ¿Quién puede competir con sus presupuestos?

La clase media balear ha mutado y, además, mengua. Es el caso de Juan (nombre ficticio): de ganar 1.900 euros de 2012 a los 900 de ahora. Por el camino hubo pérdidas de empleo, un divorcio y una empresa fallida con créditos colgando. «Pago un alquiler de 750 euros en un piso compartido con otro divorciado. Ahora consigo pasar la mitad de la pensión a mi ex», mientras reconoce que ha bajado su ritmo de vida. «Antes era clase media. Ahora soy un pobre con trabajo», dice resignado.

Antoni Riera, director de la Fundación Impulsa Balears, advierte que «clase media es un término político más que económico». Mirando las cifras de población activa de las Islas, «la renta media anual por persona neta es de 12.665 euros». Dividiendo a la población por diferentes segmentos, Riera arroja las siguientes cifras: la clase baja supone el 39,23 por ciento en 2018, frente al 37,4 de 2008. La clase media es el 27,6 % frente al 28,8 % de hace una década y la clase alta se mantiene en un 33%, frente al 33,7 por ciento. Es decir, las clases más privilegiadas se mantienen, la pequeñas burguesía mengua y se incrementa el extracto de población más frágil.

Ahora bien, «esta división es en cuanto a renta media por persona. Pero no es lo mismo un hogar de una sola persona que otro con cuatro, donde sólo dos trabajan». Si la clase media ya no aspira al 600, ¿cuáles son sus cualidades ahora? «Pueden ahorrar, pagar las extraescolares de sus hijos, afrontar partidas extrordinarias de salud y seguros y disfrutar de vacaciones y otras actividades de ocio», dice Riera. Eso sí, todo es relativo y no es lo mismo cobrar 12.000 euros en Soria como en Baleares, donde en los últimos años se ha producido una escalada de precios en todos los ámbitos, sobre todo en vivienda. Los conceptos cambian, señala el catedrático de Economía de la UIB, y si antes la clase media gozaba de estabilidad laboral y acceso a la educación, ahora estas peculiaridades difieren. La educación ya no es determinante: existen licenciados que cobran 800 euros y obreros sin cualificación que sobrepasan los 2.000.

Una utopía

«En estos tiempos de gran desigualdad económica, sentirse de clase media es utópico tras la gran devaluación salarial y las reformas laborales de 2010 y 2012», señala José Luis García, secretario general de CC OO Balears. Pese a que el SMI ya se ha situado en 900 euros, «la gran mayoría no llega a los 1.000, cuando debería cobran entre 2.000 y 3.000 euros al mes para satisfacer sus necesidades». Mientras tanto, el mileurismo se ha convertido en un sueño para la mitad de los baleares que lo acarician con los dedos.