Juan Pablo Quikuen, junto a su tío, Jon Pérez, con quien se alterna en la barra del Merendero Minyones. | Julián Aguirre

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Una semana antes de comenzar el estado de alarma, Juan Pablo Quikuen subía la persiana del emblemático y conocido Merendero Minyones, una pequeña pescadería de toda la vida en el centro de Palma que se convertía desde el 16 de enero de 1948 en bar de bocadillos. Su producto estrella, los llonguets, se convirtieron en la merienda más preciada de estudiantes, funcionarios, trabajadores de despachos y pequeños comercios de alrededor. Durante su historia, el pequeño local, de unos siete metros cuadrados, ha tenido tres inquilinos, quienes siempre han mantenido su esencia y carácter, y han apostado por los productos mallorquines de calidad.

Nueva etapa

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En esta nueva etapa, Quikuen, tras una importante limpieza y reforma, incorpora el vermut mallorquín, tapas y pinchos, además de los inigualables bocadillos de llonguet y el considerado ‘Mejor pa amb oli del mundo’.

Precisamente, Juan Pablo Quikuen, encargado de la gestión de compras, personal y cocina de apartamentos Cala d’Or Playa, se alzó el 13 de marzo de este año con esta distinción. «Siempre me ha gustado la cocina y, en especial, tener un negocio propio. Antes de separarme, tuve un restaurante con mi pareja. Ahora, separado y padre de dos hijos, buscaba algo más pequeño con carácter e historia, como el Merendero Minyones, y que pudiera combinar mi tiempo con mis hijos», asegura Juan Pablo.

Quikuen se alterna en el merendero con su tío Jon Pérez, conocido restaurador, pues tuvo el restaurante Pou de Sant Magí dedicado a la cocina vasca. Muchos vecinos, clientes y amigos celebran la reapertura de este pequeño y emblemático local de bocadillos, que se mantiene a pesar de las crisis económicas y los años para hacer más grande su historia.