Cada vez hay más fórmulas para eliminar el plástico durante la menstruación y evitar la contaminación de los océanos. | Sileu

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Los productos convencionales de higiene menstrual como compresas y tampones utilizan derivados del plástico, algodón que requiere de pesticidas y otros químicos como blanqueadores, los cuales no solo contaminan los suelos, sino que contribuyen en la acumulación de las islas de plástico del Océano Pacífico.

A día de hoy, afortunadamente, existen formas de mantener la salud menstrual sin contaminar los océanos, tal y como señala la firma Sileu. La copa menstrual es un producto que, aunque no es nuevo, cada vez tiene más popularidad entre las mujeres e influencers como Cristina Pedroche también han querido hablar de las virtudes de este producto.

Según diversos estudios, la copa menstrual es una opción muy segura: está hecha de silicona de grado médico hipoalergénico; no permite fugas y es muy higiénica; además es reutilizable hasta los 10 años de su uso y no genera la cantidad de residuos que sus contrincantes en el mundo de la higiene menstrual.

Además, la copa menstrual no desprende sustancias tóxicas, mutagénicas, cancerígenas ni contaminantes para el medio ambiente, por lo que combina con la filosofía de reducir el impacto ambiental desde el hogar.

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¿Cuánto contaminan las compresas y tampones?

Tanto los tampones como las toallas sanitarias utilizan compuestos de algodón, rayón y distintos tipos de polímeros; es decir, plástico puro. Algunos materiales como polietileno, poliéster y polipropileno, que se pueden encontrar en bolsas plásticas de supermercado y envases caseros, son los que se utilizan para crear las distintas capas que componen a una compresa menstrual para que cumpla su función de retener la sangre. Estos materiales no son biodegradables y necesitarían hasta 800 años para descomponerse en microplásticos.

Según un estudio de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, por sus siglas en inglés) «la mayoría de los microplásticos en los océanos provendría del lavado de textiles sintéticos», de acuerdo con un artículo publicado por Stephanie Chavalier Naranjo.

Precisamente, el rayón es una tela sintética, derivada del petróleo y utilizada tanto en tampones como compresas menstruales. De acuerdo con la IUCN, hasta un 35% de los microplásticos provienen de este tipo de textiles sintéticos, mientras que otro 2% agregado, proviene de artículos de cuidado personal. Este acumulado de microplásticos no biodegradables se esparce por el mundo cuando «son absorbidos por organismos…, y se integran a la cadena alimenticia y contaminan los entornos más remotos.» Además, de toda la basura acumulada en los océanos, el plástico representa el mayor contaminante acumulado y es el causante mayoritario del calentamiento global.

También hay que tener en cuenta el gel súper absorbente que se utiliza en estos productos: se trata del poliacrilato y es una sustancia que está asociada directamente a los casos de Síndrome de Shock Tóxico. Por otro lado, los sembradíos con los que se produce el algodón, que es un producto natural y biodegradable usado en tampones, son tratados con pesticidas y sustancias químicas que son nocivos para la salud íntima y generan un alto impacto ambiental. Los envoltorios de estos productos menstruales son otro factor contaminante y también están incluidos en la fórmula para este caos oceánico.