La réplica del buque de Magallanes se muestra al público en Palma en conmemoración del V Centenario de la Primera Vuelta al Mundo. | Gabriel Alomar

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Numerosos ciudadanos visitaron este viernes la réplica de la nao Victoria que, tras servir como plató cinematográfico para rodar un spot publicitario, ha quedado abierta al público en el Club de Mar hasta el próximo día 9, de 10.00 a 19.00 horas. El propósito de esta visita consiste en difundir la historia naval de España, según indica el director del proyecto de la Fundación Nao Victoria, Pedro Giménez. Como en un viaje en el tiempo, se puede sentir a bordo la gran aventura que representó la primera vuelta al mundo a cargo de Fernando de Magallanes, que completó Juan Sebastián Elcano. Fue aquella una gesta iniciada en 1519 (se cumplen ahora cinco siglos) con el objetivo de abrir una ruta desde Sanlúcar hacia las islas de las especias, con 240 hombres de los que sólo regresaron 18 debido a enfermedades y apresamientos.

En la visita se recorren sus cubiertas –impregnadas de sabor histórico– que permiten observar cómo era la vida a bordo y la comida hace cinco siglos. El camarote del capitán –con mobiliario e instrumentos de navegación (astrolabio, cuadrante, o ballestilla) de la época– forma parte del itinerario guiado con paneles explicativos y audio, que facilitan la interpretación. Construida en madera de pino y roble, toda la nao destaca por su color oscuro debido a la brea que la recubre a efectos de conservación. La dotación está formada por 14 tripulantes divididos entre dotación fija y voluntarios. «Una señora mayor sin experiencia en un barco pasó tres meses entre nosotros», indica Giménez, quien advierte que el balanceo con oleaje es espectacular. Es el mejor escenario para un aula de náutica al viejo estilo. La navegación es a vela la mayor parte del tiempo, hasta unos 100 días al año.

A bordo se puede ver el cabrestante –utilizado para el ancla y para la verga mayor– así como la cofa, –donde se situaba el vigía para divisar el horizonte–, la zona de descanso con esteras sobre cubierta, o el pinzote, timón primitivo que movía la barra.