La pareja, en la llegada de la prueba en Ciudad del Cabo. | Richard Ducker

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A todo correr. Así fue la luna de miel de Meriem Achab Zekri –exazafata de vuelo de Emirates, de padre marroquí y madre española– y Arno van Triest tras casarse en Mallorca, donde tienen una casa y residen por temporadas. Se fueron de viaje siete días participando en siete maratones. Ella fue la primera española en participar en febrero junto a su marido en la World Marathon Challenge: siete maratones, siete continentes, siete días, que les llevó desde la Antártida a Ciudad del Cabo, Australia, Dubai, Madrid, Santiago de Chile o Miami. Quedó la cuarta en la general femenina. Participaron 41 valientes, previo pago de 35.000 euros.

Una luna de miel diferente. ¿Se la había imaginado así alguna vez?
—Jamás. Todo sucedió por casualidad. Hace dos años vi un reportaje en una televisión española y, como anécdota, se lo comente a mi novio por aquel entonces, que era competidor de maratones y triatlones desde hacia 12 años. Ahí se quedó. Ese mismo año me pidió que me casara con él y, mientras organizábamos nuestra boda en Mallorca, empezamos a pensar sobre donde iríamos de luna de miel. Me propuso realizar esta aventura y acepté.

Han sido siete maratones en siete días. ¿Una temeridad?
—No lo creo. Nosotros llevamos una vida muy sana, comemos sano, dormimos suficiente, no fumamos ni bebemos. Nadie ha muerto o ha sufrido una grave lesión en esta prueba –que sepamos– y ésta fue la quinta edición. Hemos entrenado muy duro. Sí, es verdad que en mi caso llevaba relativamente poco tiempo, pero nos preparamos para ello, lo hicimos con cabeza y, en mi caso, sin lesiones.

¿Cuál fue su plan de entrenamiento?
— Empecé con un minuto corriendo y un minuto andando durante un máximo de 30 minutos. Luego, corrí siete kilómetros tres veces a la semana, competí en alguna carrera de cinco y de 10 km, y seguí incrementando la distancia (Arno me hacia el planning). Cuando decidimos correr, acababa de empezar con las media maratones. Hice la primera en abril del 2018 en Rotterdam. Hasta ahí corría como máximo 21 kms, pero en los últimos ocho meses incrementé la cantidad de kilómetros. Mi cuerpo lo aceptó bien y acabé corriendo 230 kms en siete días, con un día de descanso, sin molestia alguna y haciendo vida totalmente normal.

¿Muy duro?
— El deporte de cierto nivel siempre es duro. La Antártida fue una etapa dura, era como correr en arena, la nieve estaba suelta y, por lo tanto, era mucho más difícil correr. También resbalaba mucho (Arno se lesionó ahí). En mi caso, no estoy acostumbrada a correr en otra cosa que no sea asfalto; por lo tanto, sí fue duro. Ciudad del Cabo también lo fue porque el vuelo desde la Antártida duraba tan solo 5,5 horas y el tiempo que tuvimos entre las dos maratones fue menor de 12 horas. La diferencia de temperatura era enorme (-7 en Antártida y 33 grados en Sudáfrica ). Para mí el calor fue durísimo porque corrimos por la mañana a pleno sol.

¿Y el resto?
—Madrid fue duro porque corrimos en el circuito del Jarama, en donde había dos cuestas con un 10 por ciento de inclinación. En Santiago, la maratón fue en un parque y el suelo era de tierra suelta, resbalaba. Entre la maratón de Chile y la de Miami solo tuvimos 8 horas. No hace falta decir mucho más. Fue duro comer y dormir solo en el avión, y correr cinco de las siete carreras de noche y de madrugada.

¿Algo imprescindible que llevaba en la maleta?
—Muchas zapatillas de deporte, ropa adecuada para correr y paracetamol (por si acaso, pero no hizo falta).

En una prueba así, ¿cuándo y dónde se come y se duerme?
—En el avión, definitivamente. Ese es uno de los mayores retos: no dormir bien y comer en el avión que, por mucho que la organización se esfuerce y tenga todo bien organizado, no es comparable con comer y dormir en tierra.

295 kilómetros corriendo y 68 horas de vuelo. ¿Lo mejor?
— Compartir esta increíble experiencia con mi marido (y él conmigo). Correr en la Antártida es indescriptible, también conocer gente de otros países y tan locos como nosotros!

¿Lo peor?
—Para Arno, pasar hambre (prácticamente sólo comía plátanos) y la lesión que arrastró desde la Antártida. Para mí, mis problemas estomacales (mi estomago sufrió bastante por los geles que tomamos durante las carreras, es azúcar para tener suficiente energía).

¿Qué fue lo primero que hizo al terminar la última carrera?
—Abrazar a mi marido y luego, una vez en el hotel (eran las 3 de la madrugada), pedí una hamburguesa y me la comí antes de dormir. Me supo a gloria.