Luis Gutiérrez, a última hora de la tarde de ayer en La Vinoteca. | M. À. Cañellas

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Es uno de los críticos vinícolas más respetados y quizás el más temido, ya que sus puntuaciones en la revista The Wine Advocate y en la Guía Parker pueden encumbrar a un vino o hundirlo en la miseria. Luis Gutiérrez (Ávila, 1965), además de puntuar los vinos más destacados de España, Argentina, Chile y la región francesa de Jura, ha escrito varios libros sobre este mundo. El último, Los nuevos viñadores.

No hay ningún viñador mallorquín en este libro...
— Ni de Navarra, ni Aragón..., El espacio es el que es. Hay alguno de la zona mediterránea, pero de Mallorca no. De hecho, no me acuerdo la última vez que estuve aquí, pero fue hace muchos años.

¿Qué le ha traído a Mallorca?
— Estoy probando y valorando unos vinos y también empapándome de sus costumbres y gastronomía porque el vino es parte de ella. En la edición de abril saldrá publicado el reportaje sobre el Mediterráneo con una parte importante sobre la Isla.

Quizás eso no diga mucho a favor de los vinos de aquí.
— No tiene porqué. Llevo trabajando para Parker 5 ó 6 años y cato 4.000 vinos al año. Donde más lo hago es en mi casa.

¿Hace cuánto que no compra un vino?
— En Mallorca aún no he comprado, pero lo hago mucho. En mi casa tengo 3.000 botellas y todas compradas por mí. Es importante que el crítico compre vino, porque si no vive como en una burbuja.

¿Qué opinión tiene del vino de Mallorca?
— No hay que generalizar, pero me parece que aquí se está haciendo un poco lo que está ocurriendo en muchas partes de España que es recuperar las variedades autóctonas.

Los vinos de la Isla tienen fama de ser caros en relación a su calidad.
— Contestaré como si fuera gallego: Depende. No se puede generalizar, pero el hecho de ser una comunidad turística hace que tenga unas condiciones especiales en cuanto al precio de los vinos.

¿Cree que una sola Denominación de Origen debería englobar a toda la Isla?
— Cada vez se está tendiendo más a una especialización, pero es importante que realmente exista una diferenciación, porque si no podemos volver loca a la gente.

¿Cuántas veces le han intentado sobornar?
— Le aseguro que ninguna. Aún estoy esperando (risas). Por contrato tenemos estrictamente prohibido recibir ningún tipo de regalo.

¿Es sano el mundo del vino?
— Sí, porque es una labor que se realiza con pasión. Y la gente del vino es muy generosa aunque, como en todas partes, también hay algún desaprensivo.

¿Qué opinaba de la Guía Parker antes de trabajar en ella?
— Pues la realidad es que era bastante no, muy crítico con ella y sus parámetros y con las ideas de Robert Parker.

¿Qué le sobra y qué le falta al mundo del vino?
— Nos sobra tontería y nos falta gente seria. Hemos convertido al vino en un producto elitista y hemos asustado a la gente.

¿Qué tal se lleva con el ‘jefe’?
— He tratado poco, pero es una persona muy alegre al que le encanta comer, beber bien y disfrutar de la vida. Ahora tiene 71 años y está fastidiado de la espalda por lo que ya no puede ir entre viñedos. Hace unos años vendió casi toda su empresa a una gente de Singapur y no hace mucho una parte la ha adquirido Michelin.

¿Recibe algún tipo de orientación para sus evaluaciones?
— Absolutamente ninguna. Cuando me contrataron me dijeron que lo habían hecho por mi experiencia y que tenía libertad absoluta para puntuar.

¿Se ha emborrachado muchas veces con vino?
— Muy pocas y no pruebo los destilados. El vino es placer y si te emborrachas no puedes apreciarlo en su medida.

¿Cómo es posible que España sea el menor consumidor de vino de Europa?
— No lo sé, pero es así. Aquí no ha habido cultura de beber vino e incluso en las casas ha ido desapareciendo. Creo que el vino se popularizará cuando se convierta en una moda.

He leído que le gusta el vino con gaseosa.
— Es que un vino de andar por casa con gaseosa es muy refrescante y está muy rico.