Silvia Fuster y Miguel Bisellach, en el acantilado de Shelley Beach. | Silvia Fuster/Miguel Bisellach

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Silvia Fuster y Miguel Bisellach se casaron en secreto el 4 de agosto de 2017. Organizaron días después una fiesta sorpresa y entre los regalos figuraban unos pasajes a Vietnam y Camboya. «En Siam Reap (Camboya), un día megacaluroso después de comer en un mexicano, bebernos dos margaritas y darnos un baño en la piscina del hotel vimos la luz, planificamos en un momento qué teníamos que hacer al volver del viaje para pasar ya las siguientes Navidades en Australia», comentan en su blog.

Ambos tenían un trabajo en Palma (Silvia como SPA Manager) y Miguel en el departamento de prensa del PSIB-PSOE, pero ya llevaban un tiempo con el runrún de querer dar un cambio a sus vidas. «Nos encanta nuestra Isla, pero nos pueden las ganas de viajar y conocer mundo. Siempre nos habíamos planteado pasar una temporada en el extranjero y así aprender nuevas maneras de vivir y de entender la vida», comenta Miguel.

Alicientes

Australia fue el país elegido por las muchas oportunidades que ofrece y porque podían mejorar su nivel de inglés. «Además, es un destino en el que puedes encontrar desde playas maravillosas a grandes desiertos, animales exóticos y grandes núcleos urbanos, en definitiva, un gran país de contrastes donde podíamos encontrar nuestro sitio», explica la pareja vía correo electrónico.

Una vez decidido el destino, había que elegir el lugar concreto, algo un tanto difícil si se piensa que la superficie de Australia es más del doble que la de Europa.
«Como buenos mallorquines, buscábamos buen clima y vida playera, por eso elegimos Manly como residencia, un pueblecito costero al norte de Sídney famoso por sus playas llenas de surfistas», comentan.

Nada más aterrizar en Sídney, cogieron el ferry que les llevaba hasta Manly «y ya sentimos la magia en nuestras primeras horas en Australia».

Después de una semana encontraron alojamiento y a la segunda semana de su llegada, los dos ya habían logrado encontrar trabajo. «Ahora que nos estamos asentando y acostumbrando al ritmo aussie, estamos deseando encontrar los momentos para viajar y descubrir este maravilloso país. Iremos contando como sigue nuestra aventura australiana en vivirdescalzos.com».

Día a día

La vida en Manly es muy tranquila y gira alrededor de la playa. Surfistas buscando olas a todas horas, nadadores de todas las edades que cada mañana desafían las frías aguas del Pacífico y corredores que abarrotan el paseo desde bien temprano se suman a los paseantes que se acercan a contemplar la extensa playa de Manly Beach y a las familias y grupos de amigos que montan sus sombrillas y sus barbacoas para pasar los domingos.

Vivir en Australia no es barato. La vivienda, el alcohol o salir a cenar es bastante más caro que en España, pero la diferencia no es tanta con los precios del súper o de la ropa si lo comparamos con la vida en Mallorca. Por lo que, con un buen trabajo, sí que sale rentable emprender la aventura australiana.

Para vivir en el país, Silvia está haciendo un curso para prepararse para el examen del First Certificate en Sydney English Academy (en Manly). El curso cuesta unos 3.500 euros y dura 6 meses, y va a clase con unas 10 personas más. Al estar casados, no hizo falta que Miguel se apuntara a ningún curso. «Yo estoy trabajando de camarero en un restaurante delante del mar en Dee Why Beach (a unos 4 kilómetros de Manly) y el sueldo depende de las horas que trabajes por semana. Además, nos van saliendo otros trabajos extra en cáterings y así, por lo que los sueldos son muy relativos. Silvia trabaja como masajista en Garden SPA (Manly) y, como en mi caso, su sueldo también depende de las horas que trabaje. Los sueldos aquí están entre 20 y 35 dólares la hora, dependiendo del rango, experiencia...», cuenta Miguel.