Víctor Tasende a Ultima Hora: «El peor dolor es verte una pierna y no poder moverla» - | Youtube Ultima Hora

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El 5 de agosto de 2005, Víctor Tasende (La Coruña, 1987) se lanzó a una piscina con la mala fortuna de que su cabeza impactó contra el suelo. Las lesiones sufridas fueron gravísimas y los médicos le diagnosticaron una tetraplejia incompleta. Tras unos años de rehabilitación durísimos, tanto desde el punto de vista físico como emocional, consiguió recuperarse y comenzó a hacer deporte de una forma casi compulsiva hasta participar en varios iron man. Este viernes estuvo en Palma contando sus experiencias invitado por Forempresa.

Usted siempre dice que su mayor desgracia fue su mayor regalo. ¿Fue una suerte lo que le pasó?
—No creo que nadie quisiera pasar por lo que he vivido yo. Si me dice si estaría dispuesto a volver a repetir estos años, sería la única pregunta que no sabría qué contestar.

Su primer libro se tituló ‘El segundo que cambió mi vida. Encuentra el tuyo’. ¿Cree que cada persona tiene un momento clave?
—El destino nos da señales y si sabemos cómo mirarlas, mejor las podremos interpretar. Después del accidente potencié los valores que me había inculcado mi abuela.

¿Su abuela, no sus padres?
—Con tres años me quedé huérfano. Mis padres murieron en un accidente y ella me crió.

¿Cómo era antes del accidente?
—Pues era una persona poco sociable, sufría bullying. No sabía comunicar, ni transmitir ni tampoco me esforzaba en ello. Además, sufría sobrepeso.

¿Cómo entra el deporte en su vida?
—Dos años después del accidente, tras la rehabilitación médica, decido probar remo a través de un amigo. Entonces, noto que tengo muchas secuelas porque hasta entonces podía llevar una vida normal, pero sólo de levantarme, andar y ya está. Entonces tomé el deporte como una nueva fase de rehabilitación y, por eso, practicaba varias disciplinas que fortalecieran diferentes partes del cuerpo. Las secuelas se controlan por la actividad física.

Y se metió a hacer no sólo triatlon, sino iron man.
—Sí, 3,8 kilómetros a nado, 180 kilómetros en bicicleta y maratón (42,195 kilómetros). Llegué a completar tres, pero las dejé hace un año y ahora estoy centrado en la bicicleta de montaña. En Tenerife, que fue la segunda, se convirtió en un infierno. Tardé casi 17 horas en completarla .

¿Se llega a sentir vergüenza por estas postrado en una cama?
—Antes del accidente, cuando veía a una persona en silla de ruedas, mi primer instinto era el de ayudar, que era lo que me había inculcado mi abuela. Pero luego pensaba, ¿y si no le gusta, o no lo necesita? Luego me pasó lo que me pasó y lo primero que pensaba era: ‘Si puedes ayudarme, ayúdame’. Y en cuanto a la vergüenza, me ayudó porque antes yo me duchaba con el bañador puesto en el colegio y luego pasas a estar casi desnudo en una cama rodeado de médicos y enfermeras y haciéndote tus necesidades encima.

¿Lo peor es no ser autónomo?
—Sólo hay una cosa peor y es pensar que vas a ser una carga para tu familia más cercana toda su vida. Y no querer ser una carga para mi abuela se convirtió en mi mayor motivación.

¿Ha tenido mucho dolor?
—Está el dolor físico, que se controla con fármacos, pero el peor es ver una botella y no poder cogerla o verte una pierna y no poder moverla. Ahora sufro de migrañas, falta de sensibilidad, agarrotamiento muscular.

¿Es religioso?
—No creo mucho en la institución religiosa, pero sí creo que hay una fuerza superior y que cada uno la use como considere.

La revista ‘Men’s Health’ le nombró Persona del Año en el apartado de superación.
—Sí, fue una sorpresa total. Tuve que hablar en público por primera vez y no supe ni lo que dije. Antes de la gala estaba con el resto de ganadores de diversas categorías, como Antonio Lobato, Risto Mejide o Álex González, pero yo hablaba sólo con los camareros. Después, ellos se acercaron a mí y me acuerdo que Lobato estuvo muy cariñoso y me dijo que confiara en mí porque a él un profesor le dijo que nunca llegaría a nada en el mundo de la comunicación.

¿Pudo estudiar algo tras el accidente?
—Es de lo que más me arrepiento, no haber estudiado más cuando tocaba. Me he formado en ingeniería mecánica, que me encanta, y en coaching, pero es algo en lo que siempre insisto a los chicos: que estudien y se formen.

¿Tiene pareja?
—Sí, tengo la misma novia desde antes del accidente. Se llama Rebeca.

¿De qué vive?
—De las pruebas deportivas, no, no dan para tanto. Mis ingresos vienen de las conferencias que doy en España y en el extranjero. En los últimos tres meses he dado seis.

¿Suele dar algún consejo?
—No esperar a que a uno le suceda un suceso traumático para tomar las riendas de la vida y decidir hacer lo que debemos y queremos hacer.