El bar Gost vivió una animada tarde a lo largo de la cual fueron entrando clientes y vecinos de la zona para felicitar por el aniversario a la familia Gost (y Florit), que lleva las riendas de este negocio desde hace 50 años. | M. À. Cañellas

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En una época donde un día sí y otro también la noticia es el cierre de un establecimiento comercial, supone un motivo de alegría que un negocio cumpla medio siglo de vida. Y eso es lo que se celebró este lunes en el bar Gost, de la Plaça de Pere Garau. Durante toda la tarde, clientes habituales y vecinos se pasaron a saludar a la familia Gost.

En la actualidad, Ana María Florit, su hija Toñy Gost Florit y el marido de ésta, Javier Jiménez, llevan las riendas de este mítico establecimiento. «El próximo 8 de septiembre hará 40 años que trabajo en el bar. El momento actual no es malo, ha habido años peores, pero lo que más ha cambiado ha sido el barrio, y no precisamente para mejor. Eso sí, la clientela sigue siendo fija y de toda la vida», explica Ana María.

El 5 de marzo de 1968 Gabriel Gost Serra abría este bar. Antes, había llevado el Bar Victoria de la calle Palau Reial, que precisamente hace pocas fechas fue traspasado.

«En el Victoria se conocieron mi padre, Gabriel Gost Cantallops, que falleció hace 10 años, y mi madre», explica Toñy, quien no tenía en un principio muy claro dedicarse al negocio familiar. «Incluso aprobé unas oposiciones para trabajar en la biblioteca Can Sales y tuve que renunciar porque el horario era partido».

De toda formas, Toñy está encantada y su marido, Javier Jiménez, también ha entrado en el negocio familiar. «Suelo abrir el bar a las 7 de la mañana. Luego, me voy a mi trabajo en Acciona y, por la tarde, echo también una mano», comenta. Por lo general, Ana María se encarga de los llonguets, variats y bollería; Toñy, de la barra, y Javier, de las mesas y de organizar los pedidos. «Es curioso cómo los clientes vienen a la misma hora y piden lo mismo», señala Javier. Ana María interviene para comentar cómo antes «abría el bar a las 03.30 0 04.00 de la mañana y cerrábamos a las 00.30 de la noche, algo impensable ahora».

La fiesta fue organizada por Marga L. Bibiloni, propietaria de un parque infantil al que va el hijo de Toñy y Javier. Al enterarse de que el bar cumplía sus bodas de oro y que pensaban dar una fiesta pero no sabían cómo se ofreció a organizarla.