La diseñadora en una imagen de archivo. | Efe

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Tras años de ritmo frenético en Pedro del Hierro Madrid, la mallorquina Carmen March ha puesto punto y final a su trabajo al frente de esta firma y se ha dado un tiempo para «contemplar opciones» y reflexionar sobre su labor como diseñadora: «Este trabajo no consiste en hacer ropa como churros».

«Te vas de rebajas, sales con dos bolsas de ropa llenas por 70 euros y... '¿Cuánto duran esas prendas, aguantarán dos o tres temporadas?'», se pregunta la diseñadora, que no duda en definir la mayor parte de la ropa que se consume hoy en día como «de usar y tirar».

«Como diseñadora, tengo una responsabilidad sobre todo lo que pongo en el mercado», defiende March, convencida como está de que el mercado español de la moda todavía «hay muchas opciones viables» que apuesten por un producto de calidad, aunque rehúsa aclarar si este será el camino de su nuevo proyecto, al que todavía está «dándole vueltas».

«Estoy en un buen momento, tengo mucha experiencia (...), solo se trata de encontrar la que se ajusta más a ti», señala optimista en una entrevista con Efe Estilo.

March detenta un extenso currículum, lleva dos décadas en el sector, primero levantando su propia firma, en la que aprendió «que es lo que no se debe hacer», y los tres últimos años al frente de Pedro del Hierro Madrid, un proyecto con vocación internacional que presentó sus colecciones dentro de la Semana de la Moda de Nueva York.

Para March (Palma, 1974), la industria de la moda implica a mucha gente, por eso, la «ética» debe estar presente en el proceso de creación, sin olvidar que «es un negocio y los números tienen que cuadrar».

Por eso, cuando el consumidor compra una camiseta de doce euros, la creadora cree que debe ser consciente de que «está manteniendo cierto tipo de industria» que es muy probable que no respete los derechos de las personas implicadas: «¿Una camiseta doce euros? Me pasma, hay ciertos botones que a mí me han costado doce euros cada uno».

A su juicio, España se encuentra en un momento «muy interesante», en lo que a moda se refiere, están empezando a surgir «empresas muy potentes» y el sector «se ha profesionalizado mucho"; ahora se pueden encontrar, por ejemplo, economistas especializados en moda, cosa que hace una década «era imposible», y era una tarea que solía recaer en el propio diseñador.

En una pasarela acostumbrada al fácil impacto del vestido de noche, March se ha distinguido por hacer ropa más pensada para la calle, sin por ello dejar de lado un lenguaje sofisticado y femenino.

«Las colecciones no las hago pensando en mí, pero me visto todos los días, sé lo que es une etiqueta que te pica, una cremallera que te pellizca y dónde debe ir una cintura para que, después de comer como una persona normal, se te hinche la tripa y puedas seguir viviendo», argumenta la creadora.

Aunque prefiere huir de tópicos, sí cree que las creadoras «tienen una sensibilidad distinta» a la hora de hacer ropa para mujer.

«Las mujeres necesitamos muchas cosas y algunos diseñadores hacen pruebas solo con modelos», detalla, aunque también menciona a compañeros de profesión que se prueban, «aunque solo sea una vez», la ropa que confeccionan para sus clientas.

March es, como no, una apasionada de la moda, a la que le encanta «vivir las telas y vivir la ropa», pero no cierra su futuro laboral a este sector.

«Cuando cerré mi firma pensé que no me iba a dedicar jamás a la moda, me encanta lo que hago pero yo no soy solo mi trabajo. Si eres diseñador y esperas un trabajo estable, estás mal de la cabeza; las vacas no vuelan», sentencia.