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Tres mil pulseras estarán a disposición de los juzgados a partir del 24 de julio para mejorar el control de las medidas de alejamiento de los maltratadores respecto a sus víctimas con mayor riesgo y para advertir a los agresores de que están siendo vigilados.

El Gobierno, en una puesta de escena conjunta de los ministerios de Justicia, Igualdad e Interior, además de la Fiscalía General y el Consejo del Poder Judicial, presentó ayer estos dispositivos con los que se pretende mejorar la seguridad de la víctimas, darles confianza y comunicar a los agresores que están controlados.

Con estos dispositivos -en los que se han invertido 5 millones de euros-, la ministra de Igualdad, Bibiana Aído, aseguró que se quiere «decir al agresor que le estamos vigilando, que 40 millones de españoles le están observando» y que la mujer «no está sola, sino que la sociedad está vigilando» cualquier intento de aproximación a la víctima.

La mujer llevará una de las unidades electrónicas, similar a un teléfono móvil, que informa de su situación a un centro de control y permite la comunicación de voz y pulsar un botón de pánico. Además, puede percibir si el agresor se aproxima a menos de 500 metros.

El maltratador tendrá otro dispositivo similar y una especie de pulsera, que podrá colocarse en la muñeca o el tobillo, que es un transmisor que envía señales a la central de control y a la víctima.

Los avisos que genera el sistema, alarmas y alertas, son recibidos en un único centro de control, gestionado por una empresa de seguridad privada, que comunicará inmediatamente de cualquier incidencia al cuerpo policial encargado de la seguimiento de la víctima.

Las alarmas se activan cuando se quite o rompa la pulsera el agresor, entre en la zona de exclusión de la víctima, se separe 10 metros del dispositivo o se pierda la cobertura del sistema de localización.

De esta forma, los agresores «se lo pensarán dos veces» antes de intentar agredir a su pareja, que se va a «sentir más segura», añadió Rubalcaba.