Una madre y su pequeño esperan en el centro de Manhica, Mozambique, financiado por la cooperación española. Foto: EFE

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EFE-OVIEDO

Las cuatro organizaciones que lideran la lucha contra la malaria en Africa lograron ayer el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional 2008, que pretende distinguir su tarea de romper la relación entre la pobreza y una enfermedad erradicable que mata cada año a un millón de personas.

Al galardón optaban veintiséis candidaturas de trece países y a las últimas rondas de votaciones del jurado, presidido por el jurista Antonio Garrigues Walker, llegaron también las propuestas de la Corte Penal Internacional y de Intermón Oxfam.

El acta del jurado destaca que la malaria amenaza al 40% de la población mundial, especialmente en el Africa subsahariana, donde muere un niño menor de cinco años cada treinta segundos, e incide en la labor investigadora de los premiados y en su esfuerzo por formar al personal en los países donde actúan: Mozambique, Tanzania, Ghana y Mali.

El Centro de Investigación en Salud y Desarrollo de Ifakara, que opera en la región de Bagamoyo, una de las zonas más húmedas y calurosas del planeta, y está financiado con dos millones de dólares al año, está dirigido por Salim Abdulla, un tanzano doctorado en la Escuela de Medicina Tropical de Londres que supervisa los ensayos de la RTS'S, una vacuna experimental para niños que también testa el investigador español Pedro Alonso en Mozambique.

Alonso dirige desde 1996 junto a su esposa, Clara Menéndez, el Centro de Investigación en Salud de Manhica, donde se ha realizado el mayor ensayo clínico hecho en Àfrica sobre la malaria, y ha investigado una vacuna basada en un producto que protege a un porcentaje significativo de niños contra episodios leves, nuevas infecciones y formas severas de la enfermedad durante seis meses.

El Centro de Investigación y Tratamiento de la Malaria de Mali, creado en 1989 por los Institutos Nacionales de Salud de EE UU, la Fundación Rockefeller y la Organización Mundial de la Salud, es pionero en tecnologías con las que detectar la presencia de parásitos resistentes a partir de una gota de sangre, lo que permite luchar contra la resistencia de la malaria a determinadas drogas.

Por su parte, el Centro de Investigación en Salud de Kitampo, en Ghana, ha desarrollado desde 1994 uno de los más amplios sistemas de vigilancia regional y está probando también la vacuna denominada RTT,S, basada en una proteína descubierta por el bioquímico colombiano Manuel Patarroyo, cuyas investigaciones le valieron el Premio de Investigación Científica y Técnica en 1994.

El investigador Pedro Alonso celebró el premio porque reconoce en la investigación biomédica una «herramienta clave» de cooperación y lucha contra la pobreza en los países pobres. Alonso se felicitó de que el jurado haya asociado el premio a la asistencia médica, la investigación y la formación, porque recoge el «concepto» de que todas ellas son «necesarias» para el desarrollo de los países pobres. Asimismo, afirmó que el centro de Mozambique, vinculado al Clínic de Barcelona, se ha podido desarrollar gracias al «esfuerzo sostenido de mucha gente». Para él, se trata de un «ejemplo» de cooperación desde el ámbito sanitario.