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EFE/SAN FRANCISCO Dos veces al año sufrimos la inconveniencia de atrasar o adelantar nuestros relojes un hora, pero un reciente estudio en EEUU demuestra que la medida, pensada para reducir el consumo de luz, puede suponer más gasto de energía que ahorro.

Un equipo del departamento de la Universidad de California en Santa Bárbara estudió durante tres años las cuentas de la luz de 250.000 hogares de Indiana, un estado que no incorporó el cambio de hora para todo su territorio hasta 2006.

El estudio concluye que cuando los ciudadanos adelantan sus relojes una hora en primavera gastan más energía que si no lo hicieran.

La factura de la luz de Indiana subió unos 8.600 millones de dólares al año por la introducción del horario de verano, a lo que se suman entre 1.600 y 5.300 millones de dólares anuales en «costes sociales por el aumento de las emisiones contaminantes». La causa está en que el horario de verano supone menos horas de luz por la mañana y más por la tarde, lo que dispara el uso de la calefacción cuando nos levantamos en primavera y, sobre todo, el del aire acondicionado en los meses calurosos.